lunes, 2 de abril de 2012

La guiri de al lado



Ayer, Domingo de Ramos, comencé mi temporada venteña.
Algunas caras conocidas (pocas, la verdad), mucho público no habitual, y mucho guiri para ver el mano a mano entre Fandiño y David Mora.

Y aunque hablo de  la guiri de al lado, en realidad no estaba a mi vera.
Su lugar estaba justo delante de mi, pero como ella llegó antes debió pensar que “il asiento di pietra es exclusivamenti para il suo trasero”, desconociendo la norma  no escrita que marca la costumbre y la necesidad venteña, por la que ese pequeño espacio  debe ser compartido a medias entre “il suo trasero e il mío piedi, destro e sinistro”.

Aclarado el error, y como prueba de cortesía por nuestra parte, nos sentamos una fila más atrás para estar todos más cómodos. Total, entre verlo muy lejos y un poquito más lejos…
El caso es que aposté con mi señora esposa cuánto iban a durar ahí sentados. Dos toros, arriesgué, pero debo reconocer que me equivoqué completamente.
Tras la salida del primer morlaco y unos oooh! de admiración, el encuentro con el piquero desencadenó la tragedia.

El puyazo fue saludado por la guiri con una mezcla de gemido orgásmico y lamento de dolor, a lo que siguió un giro brusco de cabeza.
A partir de ahí, antes de que recibiera la segunda puya, miró al soslayo, levantóse y fuese. Tan Cervantino gesto fue secundado al momento por su altra  compañera, aunque bien mirado tampoco se perdieron nada… bueno si, dos horas de nada.
Menos mal que el resto de il gruppo aguantó dos toros completitos.

A todo esto me preguntaba yo ¿y esta gente pá que viene?? Porque cuando uno va a un espectáculo debería tener una ligera noción de lo que va a encontrarse ¿no?

Al menos estuvimos más anchos, y además pude gozar con la presencia de una familia nipona (padre, madre y supongo que hija) más que nada por lo que disfrutó el padre de familia, aplaudiendo y haciendo fotos y videos con su aifon a todo lo que pasaba por arriba y por abajo.
Impagable el minúsculo sombrero que portaba (¿marcará tendencia?), pero no me pareció oportuno hacerle una foto para ilustrar esta entrada. Me quedé con las ganas.

Creo que sería interesante que en las estadísticas anuales que publica Taurodelta figurara un censo de japoneses que visitan Las Ventas. Increíble, yo creo que cada vez vienen más.

En cuanto a lo que ocurría por abajo, viendo a las “abuelitas” de negro supuestamente bravas (que alguna incluso traía malas intenciones) me acordaba de la frase “Nada tiene importancia si no hay toro”.
Cuánta razón encierra esa frase. Conozco abuelas auténticas con mucha más casta.

El público venía con ganas de guerra, con esperanzas al menos de reeditar los momentos buenos de lo que vimos en Otoño, aquella vez con otro tipo de ganado y esta vez con ganado “de élite”, de aquel que prefieren los de arriba del escalafón.

El resultado ha venido a demostrar que a los toreros que les gusta la guerra les van los toros que den guerra…y estos han dado penita, o asco, como dijo alguno desde el tendido.
Mansos, flojos, alguno inválido, sosos, descastados, sin raza, sin fijeza…algo más potables el tercero, y a menos el sexto.

Buenas hechuras, eso si, que parece que para venir a Madrid bastara con lucir un tipazo, pero está claro que eso no es suficiente. Otra vez será

Por mi parte me quedan más ganas aún de ver a Fandiño con los Adolfos en San Isidro.

2 comentarios:

  1. Los toros fueron todo eso que comentas pero qué decir de los toreros? Vulgares, pegapases y ventajistas por momentos.

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  2. Sin toro…

    Pero estoy de acuerdo. Es verdad que algún figura del destoreo podría incluso haber cortado alguna una oreja ayer, pero eso no es lo que nos importa.
    Fandiño y Mora creo que afortunadamente no están todavía suficientemente hechos al truculento arte de la trampa. Son toreros que necesitan guerra para sacar lo que llevan dentro.
    Es cierto también que vimos demasiada pata atrás, algún perfileo poco disimulado, alguna dosis de pegapasismo cansino, que faltó mucha zurda para dar empaque a las faenas, algún descoloque, y en general, lo que para mi al menos serían “pecados veniales”. El cartel tenía cierta carga emotiva como lo demostró la ovación que obligó a saludar tras romper el paseillo.

    En mi caso, el crédito lo siguen teniendo intacto, vuelvo a repetir que sin toro nada importa, y ayer no hubo toros, o al menos no el toro que necesita quien no está acostumbrado a la trampa. Quizá a otros les hubieran valido, a estos dos no. Por eso tengo muchas ganas de ver a Fandiño en San Isidro con los Adolfos.

    Saludos

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