lunes, 28 de marzo de 2011

Segundo Tercio (I)

Subo al blog una nueva lámina de las publicadas por El Pais en 1.995.
Dedicada al tercio de banderillas.


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lunes, 21 de marzo de 2011

A las afueras del cacho



Ver los toros por la  televisión, con sus repeticiones y sus cámaras superlentas capaces de captar el movimiento mas fugaz y transformarlo en infinito, tiene sus ventajas y como no, su parte inconveniente.
En mi caso, uno de los inconvenientes es que mis hijos, cuando se  aburren, no lo disimulan como yo, sino que me riñen por haberles  quitado el fútbol o las “Winx” (el que tenga hijas pequeñas sabrá quienes son las Winx, para el resto, puedo decirles que son algo parecido a las “Barbies”  pero en más moderno, creo).

Estas riñas tienen el efecto de no permitirme ver una retransmisión completa, sus cámaras superlentas, sus repeticiones y demás, lo que tengo que confesar que a veces, visto lo visto, es una bendición.

Otro de los efectos de la televisión, es que al menos en mi casa no tengo a nadie alrededor que aplauda o proteste, con lo que no me cuestiono si soy un tipo raro, o no tengo ni idea de lo que estoy viendo, como me ocurre cuando la mayoría aplaude y yo no veo el motivo (o al revés).

Digo esto porque creo que me estoy volviendo maniático con la edad, porque si no, no le veo otra explicación a que me asombre lo que veo con demasiada frecuencia gracias a la superlenta-repetidora.

Lo de la correcta colocación del diestro al citar con la muleta es un tema del que se habla, se escribe, y se discute mucho.
Desde mi corto entendimiento en Tauromaquia, me asombra que esa   colocación, no voy a decir que en la mayor parte de las faenas, pero si en más de las que sería deseable, nada tenga que ver con lo que yo creía saber del tema, que sin falsa modestia es más bien muy poco.

Con una asombrosa frecuencia he visto en esta pasada feria de Valencia (por centrarme en lo más reciente) como el descoloque se convierte en habitual, sin comentario alguno al respecto por parte de  quien debe hacerlo, ni con muestra de disconformidad del público, o al menos eso parece desde el otro la de la pantalla.
A lo mejor “in situ” no es tal la unanimidad en aplaudir tal descoloque.

Vamos, lo que siempre, al menos hasta ahora, se ha venido en llamar torear “fuera de cacho”.

A lo mejor debo replantearme algunas cosas, y procurar no adquirir manías con la edad, porque está claro que cada toro tiene su lidia, y hacerlo al hilo del pitón no tiene necesariamente que ser ventajista ¿o si?

Una vez más, coincido con el maestro Vidal cuando escribió…   
Hay quien se pregunta por qué ha de ser malo torear fuera de cacho y algunos hasta llegan a afirmar que el fuera-cacho no existe; que es una falacia ideada para desmerecer a las figuras en general y a Enrique Ponce en particular.

Como no podía ser menos, también estoy de acuerdo con Navalón, que escribió…
Estoy harto de escuchar a los viejos toreros que lo más importante es la colocación antes de empezar el muletazo. Con el capote pasa lo mismo, pero como ahora se centra todo en la muleta, vayamos al grano.

Antes de convencerme con la práctica hablamos largo y tendido con dos maestros tan distintos en su estilo como Domingo Ortega y con Pepe Luis Vázquez.

Años después con Manolo Escudero en las muchas veces que vino a torear a 'El Berrocal'. Todos decían lo mismo: "Si te colocas bien mandas en el toro y rematas bien el pase para quedarte otra vez colocado. Si te colocas mal, el que manda es el toro y al terminar el pase quedas descolocado".
La forma correcta de citar es colocarte enfrente de la mitad del testuz y de la penca de rabo, de forma que haya una línea recta entre la cadera del torero (o el medio pecho) y el espinazo del toro. Una vez afirmado en ese terreno se adelanta la muleta y se espera que el toro llegue a la muleta. Sólo entonces, ni antes ni después, se adelanta la pierna para torear en curva.

Digo que ni antes ni después porque un torero tan inteligente como Paco Camino adelantaba la pierna en el momento mismo de citar, antes de arrancarse el toro. Así resulta que cuando el toro llegaba a la muleta, Camino no tenía que correr el riesgo de cambiarle la trayectoria del viaje y la foto salía impecablemente, la pierna contraria adelantada. Camino era tan listo que muy poca gente se dio cuenta de esta ventajilla.

Por lo menos cumplía con el importante requisito de ver venir al toro y aguantarlo desde lejos.


Ahora que lo pienso, puede que traiga aquí estas citas para darme un poco de consuelo y alejar de mi estos malos pensamientos de que me estoy volviendo un maniático...


miércoles, 16 de marzo de 2011

Primer Tercio

El País publicó en 1.995 una serie de interesantes láminas, "La lidia", que dirigidas por Joaquín Vidal hacían un recorrido por el arte de torear, por el toro, y  por los grandes maestros de la Tauromaquia, como rezaba en su presentación...

"La confrontación del hombre con el toro a lo largo de más de dos siglos ha creado una fiesta de arte y de valor. Diestros señeros concibieron la técnica de la lidia y dotaron de grandeza al espectáculo con sus esfuerzos e incluso el sacrificio de sus vidas.
Paralelamente, el trapío, la bravura y la nobleza del toro se fueron perfeccionando merced a un grupo dilecto de ganaderos, que supieron mantener lo más granado de las castas originarias.
De todo ello  ofrece un amplio panorama la colección de 27 láminas que aquí se presenta, con la biografía de los toreros más importantes y las épocas cruciales de la historia de la Tauromaquia; las características de las reses; las plazas y la estructura del espectáculo, desde la salida del toril -momento que recoge la famosa estampa de Daniel Perea- hasta la muerte del toro, pasando por el repertorio de suertes que componen el arte de torear..." 

Iré subiendo al blog alguna de las láminas de la colección, empezando por la dedicada al tercio de varas


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martes, 8 de marzo de 2011

Pesos, trapíos y tipos



La normativa legal que rige actualmente los  espectáculos taurinos en todo el territorio español, establece el peso  mínimo de las reses lidiadas en corridas de toros, que es de 460 kilos en plazas de primera categoría, 435 en las de segunda, y de 410 en las de tercera categoría al arrastre, o su equivalente de 258 en canal.
En las novilladas picadas, el peso de las reses no podrá exceder de 540 kilos en plazas de primera categoría, de 515 en las de segunda y de 270 kilogramos en canal en las de tercera categoría y en las portátiles.
En las plazas de primera y segunda categoría, el peso será en vivo, y en las de tercera, al arrastre, sin sangrar, o a la canal, según opción del ganadero, añadiendo cinco kilogramos que se suponen perdidos durante la lidia.

Hasta ahí todo claro. A partir de ahí…

Si el peso es un parámetro medible objetivamente, y al menos en la teoría, no manipulable, el trapío sin embargo viene a ser un concepto más o menos aceptado por el uso y la costumbre, pero que está muy lejos de ser algo objetivamente medible.

Lo que para unos puede resultar ser un trapío imponente, para otros puede ser la viva estampa de un carnero (carnero topador, pero carnero al fin y al cabo). Hablamos de algo sujetivo en cualquier caso.
Los tipos morfológicos característicos de cada encaste están también definidos en el Real Decreto (60/2.001) sobre el prototipo racial de la raza bovina de lidia.

A la hora del reconocimiento veterinario previo a un festejo, entran por lo tanto en juego parámetros medibles  junto con conceptos (llamémosle así) en los que la subjetividad del que juzga es evidente.
Si no hay nada legislado al respecto (¿se puede legislar sobre el trapío…?) el veterinario de turno deberá evaluar, bajo su punto de vista, con la máxima objetividad que sea posible.
Y ahí es donde yo creo que se gesta el despropósito con el que en ocasiones nos sorprende el reconocimiento. Diez pares de ojos, verían probablemente diez trapíos diferentes.

Aún así, el resultado del reconocimiento veterinario no es vinculante para quien ejerce la autoridad del festejo, y será éste, el presidente, quien asumirá la responsabilidad de admitir reses que han rechazado los veterinarios. Pero…¿Quién le pone el cascabel al gato?

Mientras los toros no vengan servidos “a cala y a cata”, como los melones, y no haya por tanto posibilidad de adivinar la bravura o mansedumbre que corre por sus venas, o esta se deduzca de escrutar su mirada mas o menos fiera, es evidente que hay que establecer algún parámetro objetivo  (el peso) que no se preste a interpretaciones subjetivas o intencionadas (el trapío).
Dando por sentado que el peso parece ser lo más fácil de medir, el problema viene cuando se generaliza y se acotan intervalos de valores que claramente perjudican, cuando no dejan directamente fuera de juego, a determinados encastes que no se caracterizan precisamente por su volumen o su peso.
Yo si creo que el aficionado, entre otros actores de la fiesta, tiene también su parte de culpa en que nos hayan impuesto el burro grande, ande o no ande.
¿Sería admisible, hoy por hoy, para la mayoría  de aficionados y público el toro chico, o terciado, pero bravo, en una plaza como Las Ventas? Sinceramente creo que no.

Como si el volumen o el peso tuvieran que ver con la bravura o la nobleza (ojo, evidentemente tampoco el peso tiene porqué  estar directamente relacionado  con el trapío…)
Que yo sepa, no se ha encontrado una relación ni directa ni indirecta entre el peso y la bravura. Aún así, cada día se demandan toros más voluminosos, con más caja y en definitiva con más peso.

En esto creo que estamos, no sé si la mayoría, de acuerdo en que es uno de los males de la fiesta en la actualidad.
Del toro grande y pesado deriva la gradual pérdida de riqueza genética, ya que los ganaderos (con más o menos pretensiones, y salvo honrosísimas excepciones de románticos de la crianza de algunos encastes) tenderán a la crianza de reses voluminosas y pesadas en detrimento del toro chico, tan bravo o más, nunca se sabrá con certeza, que el toro grande.

Tanto o más grave que la pérdida de riqueza genética resulta la aberración de la morfología (tipo)  característica de un encaste.
Aberración que se produce cuando se busca un  toro “fuera de tipo” que dé mas peso a aquellos que, de seguir perpetuando el tipo que define su encaste, difícilmente alcanzarán el peso mínimo.

Al menos para mi,  parece claro que se hace cada día más necesaria una revisión en profundidad de la normativa sobre pesos mínimos (…y máximos) que evitarían bochornos sonrojantes como el que se retornen de vuelta al campo los ejemplares que presentó a reconocimiento  Adolfo Martín la pasada feria de San Isidro.
No es cuestión de remover el asunto, pero es que hay cosas que no entiende ni un avezado surrealista.

La hipótesis de adaptar realmente, no sólo sobre el papel, el peso mínimo a la procedencia de la res abriría la posibilidad de lidiar en plazas de primera toros de aquellos encastes que dan un tipo de toro con menor peso (que no con menor bravura) y que hoy por hoy, y en aplicación de la reglamentación actual, tienen definitivamente vetada la lidia en esas plazas.

Pero  esta modificación se presenta probablemente arriesgada, porque no es fácil que público y aficionados se pongan de acuerdo en qué parámetros (y hasta qué valores) son admisibles a la hora del reconocimiento previo.

No se puede utilizar la misma vara para medir un Miura que un Coquilla. ¿El resultado? El toro grande se come al chico.
Y así seguiremos mientras no se bajen del burro y se encuentre algún tipo de solución normativa que impida, insisto,  lo que en definitiva sucede en plazas de primera categoría, en las que los encastes que dan un tipo de toro de menor peso y tamaño (tipo elipométrico  en lenguaje veterinario) están en la práctica vetados.

martes, 1 de marzo de 2011

El concurso para gestionar la Plaza de Guadalajara queda desierto



Terminó el plazo de presentar ofertas para gestionar la Plaza de Toros de Guadalajara sin que se haya presentado ninguna. Desierto.
Negras nubes se adivinan no tan a lo lejos, porque esto de Guadalajara puede no ser más que la punta de un iceberg que esconde la realidad de las plazas de segunda y tercera categoría.

Sin ser muy mal pensado, esto lleva cierto tufillo a acuerdo tácito para rebajar, aún más, las exigencias del Consistorio arriacense, pero según el concejal de Asuntos Taurinos, Lorenzo Robisco, “esta circunstancia, tal y como me han transmitido algunos empresarios, entre ellos, el anterior gestor de la plaza, ha estado motivada porque los resultados económicos no se ajustan a sus previsiones, a pesar de que el último pliego ha salido en idénticas condiciones y literalmente igual al de los dos últimos años”.

Guadalajara, favorecida y perjudicada por la cercanía a Madrid, llegó a gozar de una feria taurina muy digna para tratarse de un coso de segunda categoría.
Poco a poco, ha ido perdiendo ese cierto poso “torista” que se le adjudicaba para programar en los últimos años ferias, cortas,  a base de “figureo” y clavel.

Tras algunas dificultades en lo económico con gestores anteriores, que al final pueden ser el origen de este “desierto”, la casa Matilla se hizo cargo de la gestión durante los dos últimos años, algo que no parece estar dispuesto  a prorrogar, al menos con estas condiciones.
En principio, y según el pliego,  la feria constaría de cinco festejos, incluyendo al menos dos  corridas y una de rejones.

El pliego puntuaba, entre otras cuestiones, con diez puntos (con un máximo de sesenta), la  contratación de cada uno de los toreros incluidos en una lista de “figuras” compuesta por José Tomás, Enrique Ponce, Cayetano Rivera, Miguel Ángel Perera, El Juli, Manuel Jesús “El Cid”, El Fandi y Morante de la Puebla, junto con los rejoneadores Pablo Hermoso de Mendoza y Diego Ventura.
Nada se dice, por cierto, de puntuar algo así como la variedad de encastes en la feria. Sería mucho pedir, y además a algún empresario aspirante le podría dar la risa.

La Empresa adjudicataria debería asumir también la gestión administrativa de los encierros y sueltas de reses, una particularidad de la capital alcarreña que es, si no me equivoco, junto con Pamplona y salvando las distancias, la única capital de provincia en la que tiene lugar el tradicional encierro (a las 8 de la mañana), aunque realmente y en contra de la petición de las peñas de aficionados, sólo es el encierro de las reses que se lidian por la tarde en el caso de las novilladas.
Es evidente que el Ayuntamiento tendrá que forzar ahora la máquina, y mas aún  teniendo en cuenta que estamos muy cerca ya de las elecciones municipales y convendría dejar resuelta, o encarrilada al menos, la feria de este año.