domingo, 31 de octubre de 2010

Víctor Barrio, Mesonero Mayor de Castilla

El novillero Víctor Barrio repite por segundo año consecutivo como ganador del Trofeo Mesonero Mayor de Castilla, que premia al torero segoviano más destacado en la temporada taurina 2010.
Barrio agradeció este premio y dijo sentirse satisfecho de la temporada realizada. "Tengo que seguir cuajándome para poder representar a Segovia en el mundo del toro como se merece. Siento un gran orgullo por el reconocimiento de mis paisanos. Espero seguir contando con su confianza. Gracias".
Además, se ha concedido un accésit al matador cuellarano Javier Herrero, que el pasado 3 de septiembre tomó la alternativa en la plaza de toros de Cuéllar, su localidad natal, por «haber cumplido una temporada interesante y, sobre todo, por su alternativa».
La entrega de los trofeos, presentada por el cronista taurino Pablo Pastor y que concluyó con un vino español, atrajo hasta el Mesón de Cándido a decenas de aficionados, que tuvieron oportunidad de felicitar a los dos diestros de la tierra.

domingo, 24 de octubre de 2010

De antitaurinos y otras hierbas (II). Prohibicionistas y Voceros de la incongruencia.


Foto: García Cordero


El Biocentrismo y la Bioética son corrientes de pensamiento, y teóricamente formas de entender la vida, que propugnan la coexistencia en el mismo plano jerárquico entre todos los seres vivos, en contraposición al antropocentrismo, que considera  al ser humano situado en la cima de la pirámide de la evolución y como tal,  superior jerárquicamente al resto de los seres vivos.
Simplificando mucho y para entendernos.

Pues bien, incluso entre algunos de los mas recalcitrantes seguidores de esta corriente, el asunto taurino, en cuanto al sufrimiento que supone para el animal, no es más importante que la cría del pollo en granjas  industriales, la cocina del mejillón al vapor o la fabricación de longaniza.
No consideran como algo prioritario la prohibición de las corridas de toros, aún siendo totalmente partidarios de ella, si no que lo consideran como algo moralmente tan reprobable como comer marisco.
Esta postura, extrema desde luego, sin embargo sí me parece coherente con una forma de entender la  existencia y la relación entre los seres vivos.
 
Si estamos por evitar el sufrimiento animal, deberíamos plantearnos CUALQUIER tipo de sufrimiento animal, no solamente el que un grupo de opinión considere, por encima de una manifestación cultural y artística, un acto de maltrato cruel.

Como decía, pocas cosas me parecen mas incongruentes que debatir sobre la crueldad de las corridas de toros y abogar por su prohibición, mientras se deleita uno con un buen solomillo al foie, después de haber saboreado unas estupendas gambas a la plancha.
Puede que sea por eso por lo que todavía no he encontrado un argumento antitaurino y prohibicionista que  me parezca razonable.

El argumento central del asunto, como dije en la anterior entrada,  es que “no es lo mismo matar animales para alimentarse que por pura diversión”.
En ese caso, sugiero yo a los partidarios de la prohibición  que en lugar de comer cordero asado, solomillo de ternera, entrecot, jamón ibérico o cualquier otro manjar,  que desde luego comemos por puro placer (el mismo o parecido al que nos quieren prohibir…) se coman el cordero, la ternera, el cerdo o el pollo  o el animal que corresponda, cuando mueran de forma natural, o al menos, que lo dejen vivir plácidamente durante cuatro o cinco años, y después, si pueden, que se lo coman.
A quien haya comido “oveja vieja” no hace falta explicarle más. Pero alimentar alimenta tanto o más que el cordero…por lo tanto, primero que analicen sus conciencias y después tiren la primera piedra.

¿Alguien ha visto por ejemplo la pesca del atún de Almadraba?  
Recientemente he visto un fragmento de un programa de televisión sobre esto. Consistía en un espectáculo sangriento en el que, en esta ocasión, noventa atunes eran acosados, acorralados y finalmente capturados en una red.
Posteriormente, eran izados vivos al barco donde “el matador” y su cuadrilla, con una certera (mas o menos) “estocada”  dejaban al bicho muriéndose asfixiado y desangrándose lentamente.
Sin puntilla, con un par.
Hay que aclarar que los atunes en ningún momento parecía que  mostraran su conformidad con lo que estaba sucediendo, al contrario, parecían contrariados a juzgar por los aleteos y espasmos que prodigaban.
Para rematar la faena, ya moribundos, eran almacenados en la bodega del pesquero amontonados (aún vivos) entre toneladas de hielo picado. Un placer, vamos.
Y no vi arte por ningún lado, por cierto.

No puedo comprender ni por lo más remoto cómo alguien que propugna la prohibición de las corridas de toros puede tener el cuajo y el morro de mantener esa postura y comer atún. Y esto es sólo un ejemplo.
Son los voceros de la incongruencia.

Todavía está por conocerse la persona que necesite alimentarse a base de semejantes manjares, mariscos, moluscos, crustáceos, etc…
Si los comemos es por puro placer y deleite gastronómico. No por supervivencia. Esto es así aquí y en La China, que diría algún antitaurino.

A mi no me gusta la caza, no me divierte. Pero no solo no  pretendo que se prohíba, sino que la considero necesaria para el equilibrio natural.
Conozco muchas personas partidarias de prohibir la caza que  obviamente suelen ser también antitaurinos. Cuando intentas explicar el desequilibrio ecológico que la prohibición de la caza supondría con toda seguridad a medio y largo plazo, y con consecuencias probablemente irreversibles, hay personas que comprenden el razonamiento y se cuestionan la prohibición.

Salvando las distancias en cuanto a su repercusión desde el punto de vista ecológico, la prohibición de las corridas de toros tendría consecuencias negativas en ese terreno, además de las más evidentes de carácter económico.
Sin embargo, no conozco todavía ningún antitaurino prohibicionista que entre a razonar esta simple cuestión ecológica cuando en realidad debería ser el fondo de su argumentación, lo que demuestra un profundo desconocimiento en la materia.  

lunes, 18 de octubre de 2010

De antitaurinos y otras hierbas (I). Tipos, Encastes y Procedencias




Vaya por delante que voy a referirme a la cuestión taurina en cuanto  a festejos  que tienen lugar en plazas cerradas, novilladas y corridas de toros, y en los que, salvo las  excepciones reglamentariamente determinadas, se da muerte al animal. No voy a comentar nada en esta entrada sobre “correbous”, “bous al carrer”, toros embolados, ensogados, sueltas de reses, etc.

No pretendo otra cosa que no sea aportar mi visión sobre el asunto, con la esperanza añadida y remota eso si,  de que lo que aquí escriba llegue a ser leído por algún partidario de la prohibición de una parte de nuestra cultura.

Empieza a parecer que el aficionado a la Tauromaquia debe esconder vergonzantemente su afición, su opinión y su pensamiento, no vaya a provocar la queja de las gentes bienpensantes, modernas y sensibles que pretenden reconducir nuestra casposa afición cargada de crueldad y sadismo.
Si al menos intentamos desmontar esta falacia antes de que se asiente definitivamente entre nosotros, me consideraré satisfecho de haber podido contribuir con mi opinión. De lo contrario, nos reuniremos a escuchar nuestros propios lamentos por no haber sabido llegar a tiempo.
Al menos que nos quede el derecho a poder expresar  nuestra opinión, indiscutiblemente acertada, porque es sólo eso, una opinión.

A primera vista, en una aproximación casi-taxonómica y de acuerdo con su diferente postura y comportamiento ante el tema taurino, existen tres encastes (o castas fundacionales, vaya usted a saber) claramente diferenciados:

  • El taurino, ya sea taurómaco, simplemente taurófilo, o incluso espectador-aplaudidor. Más o menos  aficionado o partidario de este espectáculo.
Proceden del mismo encaste, aunque son tres líneas diferenciadas con sus diferentes características en cuanto a bravura, genio, comportamiento en los distintos tercios, etc. Podríamos afinar algo más pero no es el caso porque entonces no acabaría nunca esta entrada.

  • El indiferente. Igualmente diferenciable según líneas y procedencias.
No le gustan los toros porque no los entiende, no le divierten, le aburren o simplemente le parece una crueldad de la que no quiere ni oír hablar ni mucho menos participar.
Me parece una postura perfectamente razonable, faltaría más. Para gustos, los colores. No son partidarios de la prohibición. Si acaso, algunos se inclinan por dejar que languidezca…

  • El antitaurino.
Dentro de este encaste distinguiría diferentes “procedencias”.

  • El antitaurino prohibicionista comedor de carne y otros alimentos que implican la muerte del animal.
Lo siento pero a estos no me los creo. Se les ve de lejos. Suelen ser de reatas parecidas a los ecopijos o ecologistas de salón.
Más que bravo es bravucón, y al segundo puyazo se suele venir abajo huyendo del castigo.
En la muleta toman el engaño cabeceando y tirando gañafones, aunque siempre entran al trapo cuando se les cita.
La mejor forma de desenmascararlos es invitarles (o mejor, que inviten ellos) a un chuletón o un buen cochinillo asado. Entre ellos hay auténticas alimañas.


  • El prohibicionista radical vegetariano estricto. Normalmente más nobles y encastados. Su postura me parece coherente y razonable aunque ni la entienda ni  por supuesto la comparta. A estos sí me los creo.

  • Aparece últimamente a bombo y platillo lo que tengo dudas si considerar como una línea de este encaste o si por el contrario merece ser considerado como un encaste diferente.

Son los que utilizan a los anteriores como palmeros de sus aviesas intenciones y objetivos, que son simple y llanamente políticos, por llamarlos de alguna manera y sin entrar en análisis más profundos

A estos se les ve venir desde más lejos aún, pero ya no engañan a nadie.
Son los peores. Descastados, mansos, peligrosos y tobilleros.
Últimamente proliferan en algunas zonas de este país llamado España, en el que tenemos la desgracia de que siempre hay alguien que vela por nuestra moral dictando normas y pautas, según su particular conocimiento, sobre lo que es ético y lo que es inmoral.

Hace muchos años en España había unos señores que determinaban lo que era inmoral y lo prohibían.
Prohibían por ejemplo las películas que llamaban “verdes” o “subidas de tono” y para verlas, quien quisiera, tenía que cruzar la frontera y verlas en Francia.

Ahora hay unos señores en una parte de España que determinan lo que es inmoral y lo prohíben.
Prohíben las corridas de toros  y para verlas, los aficionados de Cataluña tendrán que cruzar la frontera y verlas en Francia.
Que extrañas coincidencias.

Desde hace un tiempo, cuando intuyo que se puede iniciar una conversación o debate sobre el mundo de  los toros con alguien partidario de su prohibición, pregunto a mi interlocutor si come carne o cualquier otro alimento que necesariamente suponga la muerte de un animal. Si la respuesta es afirmativa doy por terminado el debate antes de empezar.
Podremos hablar de cualquier otro tema o incluso intercambiar ideas sobre el arte taurino, pero nada más.
Discutir sobre toros con alguien que come carne a mí personalmente me parece improductivo por incongruente. A muchas personas sin embargo les parecerá, y de hecho les parece, que son dos cosas que no tienen ninguna relación. Una cosa es matar para comer y otra muy distinta matar por puro placer, sostienen.
Ya hablaremos sobre esto más adelante, porque para eso están las opiniones, lo verdaderamente importante es poderlas expresar libremente.

martes, 12 de octubre de 2010

12 de octubre. Los Gracilianos en Las Ventas



Don Graciliano no hay más que uno. El apellido Pérez Tabernero le sobra. Como tampoco le hace falta el apellido a Atila. Hay nombres que lo dicen todo” (G. Corrochano)

Hay nombres propios que al oírlos los asociamos inevitablemente a algo concreto.
A mi me pasa entre otros con “Graciliano”. Podría ser el nombre de un semental…

A mi “Graciliano” me suena a toros, a bravura, a casta, a antiguo, a Santa Coloma, a Salamanca…

El colofón que ha dispuesto Taurodelta para la temporada de Las Ventas llevaba para mí ese reclamo.
Vienen “Los Gracilianos”. Ahí es ná.
El resto del final de temporada, sin desmerecer en absoluto a los novilleros que han de pasar por allí, no me parece que esté a la altura de la primera plaza del mundo. Más bien es una forma un tanto grisácea de cerrar un ciclo también grisáceo, salvo contadas excepciones.

Volviendo a los Santacolomas de Juan Luis Fraile, debo decir que soy de los que va a los toros mas veces a ver toros que a ver toreros, y aunque no siempre sea así, siempre acudo con la esperanza de ver “algo”. En esta ocasión tenía marcado el día 12 de octubre para no perdérmelo.

A la vista del aspecto que tenían los tendidos hoy en Las Ventas, con un cuartillo de entrada siendo generosos, no parece que la presencia de los Gracilianos haya despertado la misma expectación que en quien esto escribe.
¿Hay aficionados en Madrid y alrededores...? ¿Dónde están...? ¿Es caro entrar a Las Ventas...? ¿Interesan sólo los toreros de renombre...? ¿Solo vamos a las ferias...? ¿Interesan las ganaderías duras...? ¿Vale más solos que mal acompañados...? Son tantas las preguntas que uno se hace cuando ve los tendidos así...








De los de luces, a “El Conde”, de la otra Guadalajara (comprenderán que viviendo en Guadalajara, me refiera a Guadalajara-Jalisco como “la otra”) no había tenido el gusto de verle. Luis Vilches prometía sobre el papel, y a Gallo creo que no le había visto desde su etapa como novillero…

Al grano.
De la presentación poco puedo decir que no se haya visto en las fotos publicadas en la web.
En general todos  en tipo y a destacar el impresionante trapío del sexto, aplaudido en la salida.
Para mi la presencia es tanto o más importante que la presentación,  y los Gracilianos de Fraile han tenido presencia. Se han hecho notar, con más o menos casta, manseando alguno (el sexto) y con genio otros.
Han sido aplaudidos en el arrastre el primero y (timidamente) el tercero.

El Conde fué probablemente el que mejor entendió a los Gracilianos. Vilches pasó desapercibido con el peor lote en conjunto, y Gallo ligó algunos pases interesantes.
Y poco más...no hizo ni frio ni calor, y nos fuimos para casa igualmente, sin frio ni calor... Empate técnico entre los de negro y los de luces, y a otra cosa mariposa. Yo por mi parte me despido de Las Ventas hasta el año que viene, si Dios quiere.

domingo, 3 de octubre de 2010

Feria de Otoño

Terminó la Feria de Otoño de Las Ventas.
No voy a hacer una crónica ni una crítica… porque no soy crónico ni soy crítico.

Me quedan en la memoria algunos naturales bien ligados por Víctor Barrio en la novillada que abrió la Feria, pero sobre todos los recuerdos, me queda la conjura del arte de la tarde del sábado dos de octubre.

El toreo es emoción, es sentimiento y es arte.
El arte lo pusieron Juan Mora, Curro Díaz y Morenito de Aranda, la emoción los que lo vimos, y el sentimiento corrió a partes iguales.

Que tarde más bonita. Poderte levantar varias veces para aplaudir de verdad con la emoción de estar asistiendo a algo memorable, aunque sea de corta memoria, es impagable. Amortizas el abono.

El toreo de Juan Mora es en blanco y negro, es antiguo, es verdadero, es arte.

Con ese arte que te da licencia absoluta para hacerle una sonora pedorreta a los que vocean la vergonzosa prohibición del arte taurino.
¿Queréis arte y cultura…? ¡¡¡¡¡Pues toma ARTE y CULTURA!!!!

Que daba gusto vernos salir de la Monumental de la calle de Alcalá enfilando el metro o las cervecitas de celebración con la sonrisa dibujada en la cara…¡¡¡Toma ARTE!!!

También tengo que decir que alguna oreja me pareció de tiempos de crisis…pero en la emoción no hay crisis, y en el sentimiento de cada uno, manda cada cual.

Si la presidencia no concede las orejas que se pidieron…”mala burra hemos comprao…”

Que pena da ver toreros que se empeñan en pegar pases sin ton ni son. Llega Mora, y con quince pases de los de verdad se lleva dos orejas. Apunta y aprende.

A alguno no le dio tiempo ni de sentarse ni de ver la estocada. Estos toreros antiguos que torean con el acero en la mano nos despistan. Nunca mejor empleada la frase de “aquí te pillo y aquí te mato”. Visto y no visto…y en todo lo alto.

Y si emotiva fue la faena al primero, más emotiva fue la vuelta al ruedo…rondando los cincuenta, un torero artista y currante como el que más, que le cedió los trofeos a su chaval, que no pasará de los doce, en una clamorosa vuelta al ruedo en Las Ventas que ni el padre ni el hijo podrán olvidar jamás.

Como no se puede olvidar nunca la primera vez que oyes un “olé” de verdad en esta plaza. Se para el tiempo. No hay un “olé” que suene como en Las Ventas. Gloria bendita…

Pedazo de artistas Curro Díaz y Morenito de Aranda. El primero, jugándose la vida, así como suena, con su descastado lote.
Y el de Aranda dispuesto a no ser menos en esa liturgia de emoción y sentimiento que se palpaba esa tarde en Las Ventas.
Dos pedazos de artistas.

Que lástima da pensar en todas esas ferias llenas de pegapases, torerillos de salón y del famoseo, mientras artistas como estos tres torean cuatro tardes.
Y luego hablan de antitaurinos.

Tan aturdido y contento salía yo, que me abordaron dos guiris asombrados por la algarabía y el gentío venteño y me preguntan que …así …de repente…“¿cuantas persona allí dentro?”, a lo que yo respondo, recordando mis muchos años de estudiar inglés, que si “jao meni pipol in the plaza”.
Que si, que “yes”.
Y después de pensármelo un ratillo, le suelto…”tuentitú mil persons”. Así de golpe, como si fuera del mismo Bilbao.

Ah! Okei!...y se fueron tan contentos por donde habían venido, y yo seguí con mi sonrisa, pensando… ¿Queréis arte…? ¡¡¡Pues toma ARTE!!!