jueves, 15 de marzo de 2018

Iván Fandiño, Domingo de Ramos 2015. La Gesta


En pocos días se cumplirán tres años de la tarde en la que un torero llenó de valor e ilusión Las Ventas encerrándose con 6 toros de distintas ganaderías, de las “duras”, de aquellos hierros de los que asustan. 
Palha, Partido de Resina, Victorino Martín, Cebada Gago, José Escolar y Adolfo Martín. 

Valor, el de Iván Fandiño retando al sistema y retándose a sí mismo, e Ilusión, también la suya, pero repartida seguramente a partes iguales con los que, desde cualquier punto de España, llenábamos aquella tarde Las Ventas. 

Hace unos días, he vuelto a encontrar por casa uno de esos pañuelos blancos que nos repartieron en la Puerta Grande de la plaza con el cartel de aquella tarde del Domingo de Ramos. Es verdad que no valieron para pedir orejas, pero ahora, en el recuerdo, su valor se hace más grande. 
Tienen el valor de una gesta, esa palabra que se usa a veces tan alegremente en esto de los toros. El resultado en trofeos fue lo de menos. Sinceramente no recuerdo si hubo orejas ni cuantas fueron. 
La tarde la recuerdo áspera, y gris, oscureciéndose a medida que pasaba y pesaba más el sentimiento de que no iba a poder ser. Pero a pesar de las risas de alguna hiena, a algunos, no sé si muchos o pocos, no nos quedaba sensación de fracaso, en absoluto. En realidad lo que pesaba en el aficionado era la sensación de que a partir de ahí iban a ir a por él, como así ocurrió. 

Y a pesar de tantos, como hemos podido intuir leyendo el relato de Néstor García en “Mañana seré libre”, ahí quedó la gesta para la historia, lo que nadie ha vuelto a hacer. 
Porque desde aquella tarde nadie ha vuelto a crear esa expectación, ni mucho menos a llenar Las Ventas lejos del amparo del abono cautivo. 
La gesta no eran las orejas cortadas, tampoco lo era enfrentarse a esos hierros míticos en solitario, la Gesta fue ilusionarnos de la forma que lo hizo. 
Y ahí quedó eso.

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