martes, 3 de mayo de 2011

Lo bueno, si breve...



Generalmente (hay excepciones, claro) siempre que asisto a una corrida de toros, hay algún momento en el que pienso que se está excediendo lo que, al menos yo,  considero un tiempo razonable. Una duración de la faena que no alargue innecesariamente lo inalargable.

Sin ir más lejos,  y por ser la que tengo más reciente, en algunos momentos de la goyesca de ayer, 2 de mayo, en Las Ventas.

Yo puedo entender al matador que, cumpliendo con su deber y su compromiso adquirido, trata de apurar hasta el límite las fuerzas y la condición del toro, pero es que hay veces (demasiadas) en las que ese empeño se acaba volviendo en su contra.
Estaremos de acuerdo que en unas plazas se tiende a alargar más que en otras, quizá por la importancia del evento y el afán de intentar algunas tandas más con la esperanza de que aquello remonte.
Uno no puede dejar pasar la oportunidad del triunfo, y si lo que te tocó en suerte no corresponde, es comprensible que se busquen los resquicios del éxito pegando, o intentando pegar,  pases y más pases.
Y no me refiero precisamente a la faena de Iván Fandiño al sexto. No hay que confundir solidez, aplomo  y empeño, que es lo que puso el vasco (alcarreño de adopción), con la pesadez.
Pero hay toreros que en algunas ocasiones resultan cansinos.

Esto también viene a cuento de la duración de las corridas. No sé si será por amortizar la entrada, pero parece que si no se alarga la faena, “nos han timao”.
Recordando a  Juan Mora en la Feria de Otoño (diez-doce pases y a otra cosa), nunca fue mas acertado lo de “lo bueno, si breve, dos veces bueno”.

Y también viene a cuento de una “bilidad” más, como nos recuerda Enrique Martín en su blog.

La durabilidad, o podríamos decir el “toro Duracell”, aquel que queremos que dure y dure como el conejito…aunque se estrelle una y otra vez con la acorazada Brunete transmutada en  picador.

Porque tampoco es lo mismo picar como mandan los cánones (¿qué cánones?) que desfondar al animal  contra la acorazada de picar que decía Vidal, que aunque lleve peto y castoreño, su misión debe ser la de probar su bravura y ahormar la embestida, no cargarse al toro.

Y me acordé de una cita de Eduardo Miura que he leído en el op. 7 de Tierras Taurinas, y que reproduzco porque me parece muy acertada.

La lidia de antaño era muy distinta. Un peón recibía al toro, luego el matador se ponía delante mientras el caballo entraba al ruedo, muy ligero.
Se picaba tanto como se podía, pero los puyazos no duraban. Los toros iban al caballo, pero no se quedaban. Salvo cuando los mataban en varas. Era más concluyente. Después salía el matador, hacía su quite, un tirón, un remate, no mucho más.
Hoy cuatro capotazos para sacar al toro del caballo, luego el quite…y apenas se acaba el tercio de varas, los banderilleros salen al ruedo antes de que el último caballo haya salido. Luego el matador intervenía. ¡Dos por alto, tres molientes y la estocada! ¡Hoy los toros tienen un muro frente a ellos! Y la pica de hoy es mucho más dura que la de antes.
Ocasiona más destrozos y el toro se emplea más. Mientras más bravo es, más lo castiga la puya. Lo que explica que el toro que da más resultado es el que no se agota en el caballo, si no el que dura en la muleta. Lo cual es imposible cuando hay puyazos interminables (…)

Cuando yo era pequeño, a mediados de los cincuenta, las corridas rara vez duraban dos horas. Todo iba más rápido. Las faenas eran mas cortas, la lidia era más precisa y había menos tiempos muertos. Entre una cosa y otra, eran siete u ocho minutos menos de esfuerzo lo que se le pedía al toro.
El alargar la lidia va en detrimento del toro y del espectáculo, ya que el ritmo es un elemento fundamental del éxito(…)

El público debe ver en el torero a un superdotado, a alguien que realiza lo que ninguno se atrevería a hacer. Si el espectador tiene la sensación de que puede hacer las mismas cosas que el campeón, el espectáculo pierde su interés. Para eso hace falta que la lidia le permita al toro expresarse. Desgraciadamente ese no es el caso, y si bien el riesgo existe, aún con un toro disminuido, dicho riesgo no se nota…

6 comentarios:

  1. Juselín:
    Quizás habría que pensar que esa excesiva extensión de las faenas son la evidencia de las carencias del matador que se pone pesado. Si a un toro se le torea al natural o como sea, como se debe, el animal no puede aguantar más de 15 o 20 pases. El quebranto que le provoca la suerte bien ejecutada es tremendo si se hace bien. Así que a lo mejor se podían plantear algo.
    Un saludo

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  2. En relación a lo que comentas respecto a la suerte de varas, yo tengo la sensación de que se da un fenómeno relacionado con eso de que el picador vaya subido más en un tanque que en un caballo: El monopuyazo (dos si es preceptivo) que tiene dos vertientes:

    1. El toro es flojo: Se le aplica un solo puyazo que apenas es un picotazo para que se pueda tener en pié.

    2. El toro tiene poder: Desde el blindado se le pega a base de bien, eso si, en un solo puyazo, que siempre es menos arriesgado en todos los sentidos.

    Y al final lo que tenemos es un toro mermado, bien porque salió así de fábrica o porque ya se encargó en picador de dejarlo en tal estado. Y además el matador, se empeña en hacerle una faena de pases y más pases intentando las más de las veces disimular la falta de calidad con cantidad, porque resulta muy "barato" dar más y más pases a un animal que va y viene teniéndose en pie a duras penas.

    Salvo en raras ocasiones, el toro con un mínimo de poder que se libra de ser masacrado en varas es el manso, que como tal manso no se deja picar.

    Yo personalmente no he visto picar sin peto (salvo fotografías y alguna filmación mala) y obviamente pedir a estas alturas que se elimine el peto está fuera de lugar. Pero a veces tengo la sensación de que con el peto, hemos acabado perdiendo una buena parte de la lidia del toro, hemos perdido el ver torear a caballo y además se deja al toro en desventaja. Sin peto el picador tiene que defenderse a si mismo y al caballo con la puya, no puede dejar que el toro se estrelle y tampoco permitir que se duerma debajo del caballo, en definitiva tiene que torear desde el caballo.

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  3. Pues coincido con los dos. Por cierto Enrique, te debo una, virtual o real, por tomar como inspiración tus “bilidades”.

    Yo también pienso que ese alargamiento de la faena en gran parte trata de ocultar carencias del matador. Confundir cantidad (de pases) con calidad (de toreo) a veces resulta, y hay artistas que parecen no darse cuenta o no saber cuando toca coger el acero.

    Y creo que el problema de la acorazada de picar no es en si el puyazo, a veces inexistente.
    Como dice Miura en el texto que cito, antes se picaba todo lo que se podía, pero el toro no dormía bajo el peto ni se estrellaba dos o tres veces contra un muro, con lo que podía demostrar su casta y su fuerza sin venirse abajo. Ojo, yo tampoco lo he visto, hablo “de oidas”.
    Ahora parece que se busca esa “durabilidad” con un animal que llegue tremendamente disminuido al momento de la estocada.
    Y yo no quiero esa durabilidad, sino, si acaso, aquella que me transmita al menos emoción. En caso contrario, alargar las faenas sólo me supone llegar más tarde a casa…
    Como también dice el ganadero "hace falta que la lidia permita al toro expresarse"

    Por cierto, nada más lejos de mi intención que sugerir la desaparición del peto. A mi también me parece inasumible hoy en día, pero estoy seguro que con las técnicas actuales es posible fabricar petos infinitamente más livianos (ya empieza a haberlos) y a la vez que protejan del impacto al equino (y al bovino).

    saludos

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  4. Juselín:
    No he querido hacer referencia a la "bilidad", porque no es lo importante de la entrada, lo importante es como la has desarrollado tú, así que no solo no me debes nada, sino que vaya mi agradecimiento por leer mis escritos y por pensar que pueden ser aprovechados.
    Un saludo

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  5. Hola Enrique, Oscar, Jesulin…, a todos.
    Ciertamente es acertada vuestras reflexiones, pero yo os pongo algo como debate y quizás el porqué de ese alargamiento del tercio de muleta y la poca durabilidad de los toros…
    Lo que si es cierto es que el toro de hoy en nada se parece al de unos 20 ó 25 años anteriores. Me explico. Al toro de hoy por influencia del torero e influenciables ganaderos de querer que figuras toreen sus camadas han accedido a una trasformación nada buena para el toro de lidia.
    El toro de hoy se define como bravo o muy bravo y poco fiero, es decir la bravura la miden toreros y ganaderos (y hago referencia a palabras de D. Juan Pedro Domecq) desde que sale de toriles hasta la muerte embistiendo incansablemente en todos los tercios, y eso desde que yo recuerde no lo he visto nunca. Si he visto toros que en un tercio en concreto han sido fenomenales, pero no en todos los tercios.
    Los toros de antaño llegaban de fuerzas perfectamente al caballo como a la muleta y hoy desde que salen de toriles están doblando las manos. Y cabe reseñar todo ese invento de los corredores para hacer un toro atlético y con fuerza que en antaño no existían y eso es síntoma de que los ganaderos saben que si ni un mínimo de entrenamiento esos toros saldrían arrastras desde toriles. El toro de hoy aparte de bravura le tienen que aportar fiereza, fiereza de la que carecen y dejarse de pantomimas de que no serían toreables porque la historia lo demuestra con Manolete, El Gallo, más cercanos, Antonio José Galán, Diego Puerta, Paco Camino, Ruiz Miguel…, etc.
    El alargar las faenas de muleta muchas veces injustificadas es para tratar de justificar la voluntad del torero, pero el torero es culpable de esta imagen que dan hoy en día los toros por sus reproches. Cuando vemos el cartel de una feria vemos corridas que están hechas para el torero, conociendo el torero sabemos que ganadería van a lidiar y esto bajo mi parecer es intolerable que decidan que ganadería prefieren para su lucimiento no para la fiesta…, porque recordemos es un conjunto de circunstancias y no es solo el torero y para el torero…
    Podría seguir escribiendo…, pero creo que es suficiente para que podáis reflexionar en lo que os digo.
    Saludos, amigos.

    http://miuralaganaderia.blogspot.com/

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  6. También es cierto que el toro ha ido evolucionando hasta llegar a la situación actual de un toro “apto” (en teoría) para los tres tercios. Cuando el tercio de muerte eran dos o tres muletazos para situar al toro y la estocada, poco importaba que llegara con más o menos fuerza.

    Siempre se ha dicho por ejemplo que la sangre Vazqueña, el toro de Veragua dominante en otra época (que ninguno de los que pasamos por aquí conocimos), empleaba toda su fuerza en varas para después venirse abajo. Evidentemente ese tipo de toro actualmente está mal visto por los que buscan el toro “duracell”, aunque para llegar a eso haya que simular el puyazo.

    Le estrellamos contra la acorazada pero no le picamos, no vaya a ser que se caiga y no nos dure.

    Al final, lo que conseguiremos será cambiar el tercio de varas por el tercio del “estrellarse contra el peto”, con lo que, entre otras cosas, no podremos medir la bravura que a lo mejor es lo que se persigue en definitiva.

    Yo como espectador, ni siquiera ya como aficionado, creo que es fácil darse cuenta cuando un toro no aguanta un pase más. Entiéndase un pase no como un trapazo.

    Saludos

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