lunes, 21 de febrero de 2011

Manolete y los Pablo-Romero





Tierras Taurinas, de André Viard,  me supone siempre una lectura  entretenida y enriquecedora.
En el opus 6, dedicado a la ganadería y encaste de  Pablo-Romero, además de un repaso como siempre exhaustivo a la historia de este encaste tan singular, se plantean una serie de “misterios” por resolver en torno a los míticos “toros guapos”.

De entre los misterios cabe  destacar, por convertirse casi en la línea argumental de la publicación, lo que denomina “la hipótesis Saltillo”, cuyo origen se sitúa en la  rumoreada y nunca reconocida cruza que se produciría en torno a 1.914 y 1.917  de la vacada de D. Felipe de Pablo Romero y Llorente con sementales del Marqués de Saltillo, en ese tiempo en manos de su viuda, a la sazón hermana de D. Felipe de Pablo Romero que es quien tras la muerte del Marqués se convierte en su albacea testamentario.

Viard trata de  demostrar o al menos sugerir esa hipótesis, basándose  en la aparición  casi repentina por aquellos años en los toros de Pablo-Romero de tipos   asaltillados con su característico hocico de rata y predominio del pelaje cárdeno, entre otros caracteres típicos de los toros del Marqués, lo que junto con análisis actuales de ADN, ciertamente parece evidenciar la cruza tras la singular cohabitación de ambas ganaderías en la finca de La Herrería, en Sanlúcar la Mayor.

Lectura muy entretenida, como siempre, y de la que a continuación transcribo un pasaje en el que, tratando de la aparición en la escena taurina de una figura que resultará tan determinante como es el apoderado, refiere el asunto de Manolete con los Pablo-Romero, y  José Flores “Camará”, su poderoso apoderado, de por medio. 


“A partir de su tercera temporada como matador, el público le reprocha a Manolete las exigencias de Camará, quien impone a los ganaderos la obligación de mandar para su torero los toros que él elige, y la de “humanizarlos”, un término que en el mundillo se usa para referirse púdicamente al afeitado.
Un día de 1.941, cuando Manolete acaba de realizar una gran faena a un toro de una de sus ganaderías predilectas, una voz se alza en los tendidos: “Eso había que hacerlo ayer…” La reprimenda da en el blanco. La víspera, en la misma plaza, un corridón de Pablo-Romero, admirablemente presentado, bravo y poderoso, entusiasmó a los aficionados.
Manolete está furioso. Deseando no dejar pasar la injuria, cosa que podía afectar a la imagen de su torero, Camará le convence de seguir lidiando los toros de Pablo-Romero, y le indica sus condiciones al ganadero: Los toros los eligirá  él y serán “afeitados”.
Ofendido, José Luis de Pablo-Romero y Artoloitia le rehúsa.
La sanción no tarde en llegar: no sólo Manolete no volverá a torear una sola de sus corridas, tampoco irá a torear a las plazas donde se anuncien los toros de Pablo-Romero…Manolete es entonces una figura inevitable, y los organizadores tienen que obedecer.

Treinta y cinco años más tarde, José Luis de Pablo-Romero y Artoloitia, quien entonces tiene 77 años, le confirma los hechos a Alfonso Navalón: “ Manolete nos echó de todas las ferias porque habíamos rehusado afeitar a nuestros toros para él ¡Únicamente cumplimos con nuestro deber!...No aceptamos simplemente porque no estaba autorizado. Ni más ni menos.
¡El día en que  el afeitado sea legal, cortaremos los pitones más que cualquiera!
Mientras tanto, el hacerlo equivale a deshonrarse. ¡Y que no me hablen los taurinos de “humanizar”! Ya que el fondo del problema no es más que una cuestión de dinero. Todo se hace por dinero.
No para proteger al torero, sino para proteger el dinero que puede hacerles ganar”.

El veto siguió siendo efectivo en 1.942 y 1.943. “En esos años, precisa el venerable ganadero, tuvimos que lidiar nuestras corridas en las plazas de segunda a las que Manolete no iba…y las que no se vendieron, tres cada temporada, ¡las hice apuntillar!”.
En 1.944, el resentimiento del matador se aplaca. Manolete se reencuentra con los Pablorromeros el 10 de agosto en Málaga, y el 23 de agosto en Bilbao, en una corrida matinal, que había sido suspendida la víspera debido al mal tiempo.
El ganadero no había cedido a las exigencias del apoderado, pero algunas empresas intercedieron por él…El torero no pudo triunfar.
Sin embargo el conflicto se había solucionado parcialmente.
Hasta la cornada mortal en Linares, el 28 de agosto de 1.947, Manolete no volvió a lidiar un solo toro de Pablo-Romero, pero Camará no se opuso más a la presencia de dichos toros en la misma plaza que su torero.
Quizá haya que ver en este lío el origen de la dicotomía sobre la que desde entonces van a estructurarse las ferias: De un lado los toreros estrella frente a ganaderías “comerciales”, y del otro los “toros-toros".

4 comentarios:

  1. Buenisima entrada, gracias por ella. Da un poco de pena leer eso de un mito, pero como aficionado a los toros, lo primero es lo primero. Siempre que se es muy aficionado a ALGO, se suelen tener muy claras las escalas de valores de tu aficion. Cada uno con sus gustos, sus debilidades, incluso fobias, esas filias que no te las puedes quitar -unas de las mias es
    admirar y emocionarme viendo una cosa tan bonita como al de la foto de arriba-. Es que puede haber cosa mas bonita?, por cierto, la foto perfecta, y el mozo un 10. Pues, aunque admito que en mi escala está en lo mas alto el que el toro sea encastado, a uno de estos de la marisma -al parecer "primo lejano"-, se lo perdono, que culpa tendra el hombre de que le hayan hecho una seleccion equivocada. Pocas cosas me pueden emocionar tanto como ver a uno de estos correteando de salida por las ventas, una emocion dada por la belleza, luego si es descastado, me da una pena enorme, pero por lo menos he visto algo esteticamente y con una emocion insuperables.
    Al igual que digo lo anterior. Me repugna ver a una primera figura haciendo tonterias delante de un pobre moribundo de matadero. Y exigiendo "mueco como sea" a una ganaderia de primer nivel, pues parecido, no la mates que nadie te obliga, y lo mas facil es que para muchos pases por un zoquete... aaaa, les tiene miedo,....aaaa no puede con ellos...
    Y ademas, por un principio basico para casi todo, que es el del respeto, respeto por la Fiesta, por la tradicion, respeto por la gente que te va a ver (todos), respeto por tus compañeros, esos que se pasan el dia toreando corridas encastadas y a menudo peligrosisimas mansas, y sobretodo por dos a los que es muy dificil que engañes y son de los que vives, que son EL TORO Y EL AFICIONADO.
    Como se puede mandar al mueco a semejante bellezon de la naturaleza. ¿si llegas a saber que te iba a coger uno con "dos pases por el cajon"....?
    Porque a Joaquin Monfil no le gusten los toros afeitados en las corridas de rejones, no pasa nada, por eso no dejan de tener su epoca de plenitud historica. Ahora, es logico que le gusten en puntas, otras personas lo pueden admitir mejor o peor. No me direis que no seria la leche ver a un toro mitico en puntas con un caballo mitico, quiza, algo que nunca se haya visto; mi cultura taurina es nefasta, lo reconozco.
    A mi, el torear, bueno, "andarle por ahi.." a un toro descastado no me dice nada. Si no hay unos minimos de emocion, nada, para eso esta el circo, la danza, el baile...
    Saludos

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  2. Juselín:
    De siempre han sido muchos los que han acusado a Manolete de este tipo de fraudes e imposiciones. Lamentablemente parece que los testimonios que avalan estas teorías no logran ser desmentidos.
    Un saludo

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  3. A estas alturas no vamos a quitarle nada a Manolete. Pero ¿hasta qué punto un torero es consciente/responsable/culpable de lo que haga o deje de hacer su apoderado?

    En principio parecería que responsable será al 100 %, pero yo, según los casos, tengo mis dudas.
    La aparición de la figura del apoderado desde luego es fundamental en esto. Hay algunos apoderados que confunden “tener los poderes” con “tener el poder”, que evidentemente no debería ser lo mismo, pero al fin y al cabo serán aquellos que ven en su torero poco más que una máquina de hacer dinero a la que hay que proteger para que siga produciendo.
    También creo, y en esto tampoco tengo ninguna certeza, que en épocas pasadas el tema del afeitado estaba mucho más extendido de lo que nos pensamos que sucede ahora.

    Y por si pudiera parecer que es mia aclaro, Lesaqueño, que no soy el autor de la fotografía del mozo que abre la entrada. Está firmada, pero no he conseguido averiguar quien es su autor.
    Un Pablo-Romero de libro, cárdeno y chato (…¿sin rastro Saltillo?), aunque curiosamente, según el actual propietario de Partido de Resina, el 80% de los machos tienen pelaje negro.

    Saludos

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  4. Lo primero, buena entrada.

    Lo segundo, el toro de la foto es Joyerito (según cuenta André Viard en el Opus 6, casi lo matan los hermanos y se lidió con una cronada que no le afectó), premio al toro más bravo de San Isidro 1999. Este toro está muy entipado en Pablo romero, salvo porque la cara es exagerada; pero en esta casa siempre han salido toros tan descarados entre los más fuertes. La foto es de un aficionado madrileño ya fallecido.

    A mí Manolete nunca me ha parecido nada más que una leyenda por la muerte que tuvo, no por el toreo. Además, todas estas imposiciones estaban a la orden del día y sólo se opuso D. José Luis de Pablo Romero. Que también que tuvo que soportar estos abusos en los años 50 y 60, mandando tres corridas por año al matadero (en los 40) y salvándose en los 50 gracias a Antonio Ordóñez y Bienvenida.

    Saludos, paisano.

    Luis Miguel.

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