Se confirma. Debe ser este el tamaño que tiene la puerta de Vistalegre.
Casi prefiero llamarle “El Palacio”, porque Vistalegre es y será “La Chata”.
El problema del Palacio de Vistalegre, aparte de las medidas (escasas) de su puerta grande, no es que esté cubierta, el problema es que está casi a tiro de piedra (largo) de Las Ventas, y vuelvo a insistir con el tema. Nos confundimos, todos.
La empresa, el público, los aficionados, los protestantes, los actuantes y la Presidencia.
De otra forma no se explica el estallido de júbilo que se ha producido otra vez hoy, algo más atemperado que el de ayer, eso si, porque de lo contrario hubiera sido para hacérselo mirar.
Hasta la vuelta al ruedo del jabonero sexto, segundo del Cid, pareció de cachondeo.
Mi vecino de asiento, que lo abandonó un momento para ir a refrescarse, cuando volvió pensaba que era coña, pero no lo era. Dos orejas a Manuel Jesús y vuelta al jabonero, que probablemente fue el más pasable y aparente de la tarde, pero lo del regalo no se lo creían ni los mulilleros, a los que hubo que parar cuando emprendían la huída sin reparar en el pañuelo de la Presidencia.
Morante estuvo, que no es poco.
Dio rienda suelta a su muñeca en el quinto, armando el lío en los tendidos a pesar de que a unos cuantos nos pareció que no anduvo en su sitio y abusó del descoloque.
Y Juan Mora lo intentó, pero resultaba muy difícil quitarse de encima el recuerdo de su memorable última aparición a pocos minutos del Palacio Carabanchelero.
Tanto lo intentó que por no quedarse con las ganas pidió el sobrero con el que tampoco pudo demostrar lo que sigue llevando dentro.
Yo no se si repetirá la Feria Invernal en lo sucesivo. A mi el Palacio se me antoja mas adecuado para ver baloncesto, pero en cualquier caso, si repite, habrá que dejar muy claro lo que podemos esperar.
Que no nos vendan la vespa a precio de Harley.
Seguí trasteando con la cámara...
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