Vaca de raza Morucha |
Opiniones en uno y otro sentido. ¿La prohibición de las corridas de toros implicaría la desaparición del toro de lidia?
Dado que el asunto es extraordinariamente complejo, trataré de dar mi opinión y hacer una síntesis de las diferentes hipótesis y teorías que conozco sobre la cuestión, para situarnos en el tema sin complicarnos en exceso.
Dejando a un lado el origen del toro de lidia, procedente del Bos Taurus, que a su vez desciende del Uro, algunos autores consideran la fiereza y la agresividad como rasgos característicos de este primitivo antepasado, que fue domesticado y seleccionado a partir de los individuos que presentaban esa característica en menor medida, resultando mansos, dóciles y más aptos para su manejo. Según esto, el toro de lidia conservaría esos caracteres primitivos heredados de sus ancestros, y las razas carentes de bravura o mansas, serían las obtenidas mediante selección.
Otros autores consideran al contrario que en la especie bovina la fiereza es una anomalía genética presente en algunos individuos de los que mediante selección se llegaría a la raza de lidia.
En cualquier caso, el toro de lidia es considerado como una raza bovina para algunos, como una sub-raza para otros o como una super-raza (o un grupo genético diferenciado) para otros, entre los que me incluyo. En mi opinión las tres teorías tienen argumentos razonables, si bien personalmente deduzco, de lo poco que he leído sobre la materia, que deberíamos considerar al toro de lidia como una super-raza, meta-raza o un grupo genético perfectamente diferenciado.
Está científicamente demostrado que lo que podríamos llamar “distancia genética” existente entre individuos pertenecientes a distintos encastes de la raza de lidia (no necesariamente lejanos genéticamente) en muchos casos es mayor que la que existe entre individuos pertenecientes a diferentes razas tradicionalmente consideradas como tales.
Para oscurecer algo más el debate, tampoco hay una definición exacta en zoología que ponga a todos de acuerdo sobre lo que se considera como raza, por lo que el argumento antitaurino de que el toro de lidia no debe ser considerado como una raza en si misma, y que por lo tanto la prohibición no supondría la extinción de una raza, es harto discutible, por no decir abiertamente que es falso.
Si nos atenemos al epígrafe dedicado al toro de lidia en la guía de razas autóctonas del Ministerio de Agricultura, “con estrictos criterios etnológicos no se podría considerar como una raza, ya que los caracteres y rasgos morfológicos aparecen mezclados y con marcada variabilidad entre unos individuos y otros, incluso el carácter común de la bravura tiene tan amplia gama de manifestaciones que dificulta alcanzar una fidelidad racial, no obstante, la raza de lidia es universalmente admitida como tal. Factores ambientales, zoológicos, sociológicos, culturales y artísticos han intervenido en la formación y moldeado de esta raza especial y diferente”.
También la Administración define los caracteres morfológicos que deben reunir los ejemplares de cada una de las consideradas como castas fundacionales del toro de lidia.
Es evidente que resulta posible el cruce entre el toro de lidia y otras razas bovinas dando lugar a lo que en algunos lugares se denomina ganado “de media casta”, generalmente en el cruce con razas procedentes del tronco ibérico en la zona centro, o morucha, retinta, marismeña, etc, aunque cualquier combinación es viable incluso más allá de la primera generación.
Como decía al principio, existe la hipótesis de que el toro de lidia proviene de la selección de determinados caracteres genéticos de fiereza y agresividad (y de los que resultaría la bravura como la entendemos en la actualidad) de determinadas razas tradicionalmente criadas por su aptitud para la producción de carne.
Según esta teoría, mediante la selección de aquellos ejemplares particularmente agresivos, se llegaría a la actualmente considerada como raza de lidia. El proceso inverso sería entonces teóricamente viable mediante una nueva selección de esa característica de agresividad y fiereza que, bien como anomalía genética o no, se da en muchas razas bovinas productoras de carne. Por lo tanto, según esta hipótesis, el toro bravo sería “recuperable” tras una hipotética desaparición a partir de ganado destinado a la producción de carne, si bien su bravura, con toda probabilidad, no sería igual a lo que hoy en día se considera como tal.
Desde ese punto de vista, hay autores que consideran al toro de lidia como una sub-raza de la raza bovina. A favor de esta teoría podemos tomar como ejemplo el hecho de que muchas personas que observaran un ejemplar de razas como la morucha, negra ibérica, negra andaluza, retinta, etc, tendrían verdaderas dificultades para distinguirlas visualmente de la raza de lidia, llegando a resultar imposible en muchos casos, sobre todo tratándose de hembras o machos jóvenes.
Incluso en animales de estas y otras razas se encuentran anomalías genéticas en algunos individuos de manera que resultan especialmente agresivos.
Sin embargo, existe otra teoría que, partiendo prácticamente de los mismos razonamientos, considera al toro de lidia como una super-raza o un conjunto de razas, de acuerdo con sus características morfológicas diferenciables.
Resultan evidentes las diferencias morfológicas entre un ejemplar tipo de casta Navarra con, pongamos por ejemplo, un ejemplar de procedencia Santa Coloma-Buendía.
O los procedentes de casta Cabrera (Miura) con ejemplares de procedencia Vazqueña-Veragua, por poner solamente dos ejemplos de los muchos que nos podamos imaginar.
No solo son evidentes las diferencias en cuanto al fenotipo. Hoy en día es posible con un simple análisis de ADN, determinar casi con una probabilidad del 100% el encaste al que pertenece un ejemplar.
Se trata simplemente por lo tanto de un asunto de nomenclatura, ya que lo que denominamos castas o incluso encastes, podrían ser considerados perfectamente como razas, líneas, estirpes, o en definitiva, grupos genéticos.
En resumen, resulta muy arriesgado aventurar si la abolición de la Tauromaquia llevaría inexorablemente a la desaparición del toro de lidia.
De lo complejo del asunto, y a pesar de la postura oficial expresada por la actual Administración en el sentido de que la pervivencia de la raza estaría en cualquier caso garantizada, yo personalmente tengo algo más que dudas razonables de que esto sea así.
En mi humilde opinión, la prohibición si traería consigo la desaparición a medio plazo de la raza de lidia, con la pérdida paulatina de su patrimonio genético.
La conservación de la raza de lidia requiere además entre otros aspectos una dedicación económica que sería insostenible en ausencia de festejos taurinos.
La visión utópica dibujada por no pocos abolicionistas tras la desaparición de las corridas de toros, de una existencia libre y salvaje del toro de lidia en dehesas convertidas poco menos que en reservas integrales, aparte de ser como digo utópica, tiene tal carencia de fundamentos medianamente lógicos, que no merece mayor comentario que poner al descubierto su ignorancia en la materia y el desconocimiento de los procesos básicos que rigen el funcionamiento de un ecosistema mantenido por la acción humana como es la dehesa.
El elevado coste que habría que asumir para que esta quimera tuviera visos de realidad sería tan desorbitado que no sería entendible en ningún caso.
Que a partir de las razas de aptitud cárnica fuera posible en un futuro y mediante una complicada y costosísima selección, “crear” una raza de ganado agresivo o bravo, no tengo dudas de que eso fuera viable, pero en ningún caso es posible imaginar el resultado de esa “creación” en cuanto a que la raza resultante sea apta para la lidia.
Conceptos tradicionales como el trapío (ahora asimilado o sustituido por el fenotipo) o la casta (idem con el genotipo) dejarían de tener sentido en ese hipotético escenario de la re-creación de una nueva raza de ganado bravo.
Dejemos las cosas como están. Deberán ser los propios conservacionistas, entre los cuales también me incluyo, los que hagan el planteamiento de la más que probable desaparición del toro de lidia como raza (o super-raza) con sus caracteres morfológicos y genéticos actuales si prosperan los movimientos abolicionistas.