El fueracachismo viene a ser uno de los males que silenciosamente minan la moral y el aguante del aficionado medianamente observador. Tampoco hay que ser muy observador para sentirse agredido por esta peste, ni muy aficionado, no vayan a creer.
A veces basta con echar una mirada al cartel para empezar a sospechar que el enemigo silencioso se dejará caer esa tarde por el redondel.
Como el tema me preocupa y me molesta, hace tiempo ya escribí en el blog algo sobre la cuestión, ahora y antes, desde el punto de vista puramente subjetivo de este aspirante a aficionado.
Yo no se desde cuando nos acecha el taimado mal, lo que si que observo es que se extiende como una marea negra que, como el chapapote, lenta y silenciosamente nos va pringando, nunca mejor dicho, sin que nos percatemos, aceptando como si tal cosa que el toreo (o el destoreo) ha de practicarse de esa guisa.
Y esto viene al hilo (que no del pitón) de que en esta temporada mexicana y el incipiente despertar de la temporada patria, desde mi sofá, lo reconozco, y en lo poco que puedo asomarme a la pantalla tonta, me da la impresión de que el fueracachismo se ha asentado definitivamente entre nosotros y ya no llama la atención ni despierta siquiera unas palabras de los comentaristas de turno. Debe ser que lo hemos aceptado como un perverso tributo a la modernidad del toreo, supongo.
Pero si creo que alguien debería decir a los jóvenes aspirantes a figura, todos ellos con grandes conocimientos teóricos, dónde ha de colocarse uno al ejecutar las diversas suertes. Los terrenos del toro, las querencias, y todos esos conceptos que suenan a tauromaquia rancia y en blanco y negro, pero que deberían ser una de las bases fundamentales del toreo.
Porque la culpa no debe ser del alumno sino de quien enseña, aconseja, y da por buenos aquellos truquillos de colocación que derivan irremediablemente en el ventajismo.
En los doctorados la cuestión puede que no tenga enmienda, pero en los novilleros aún cabe la esperanza.
Porque luego, jaleados por sus consejeros se aquerencian, y cuando llegan por poner un ejemplo a Las Ventas, no entienden porqué desde el tendido algún “maleducado” les vocea haciéndoles ver que aquello no se hace así, que eso es mentira, chaval.
Que eso es mentirse a ellos mismos y tratar de engañar al respetable, que es quien paga y manda. Y eso está muy feo.
Y como no lo entienden, se cabrean algunas veces y otras, las más, se frustran y a lo peor no vuelven.
Y a mi eso me parece una pena. Y lo siento de verdad por los chavales.
Qué queréis que os diga…
Hay quien se pregunta por qué ha de ser malo torear fuera de cacho y algunos hasta llegan a afirmar que el fuera-cacho no existe; que es una falacia ideada para desmerecer a las figuras en general y a Enrique Ponce en particular. (Joaquín Vidal)
Juselín:
ResponderEliminarSi me lo permites, tomaré nota de este término, que me parece tan acertado, como lleno de contenido y que aunque sean 13 letras, una palabra inventada y no "academizada", pero que forma tan clara de explicar este fenómeno, esta peste como tú dices. Y a ver si se enteran que no queremos atacar a nadie, lo que queremos es defender la Fiesta. Me parece estupenda tu entrada.
Un saludo
Faltaría más, el "fueracachismo", como término, es de libre y universal disposición.
ResponderEliminarOtra cosa es como doctrina, que ahí si que hay que estar muy preparado para ponerlo en práctica, y maestros hay unos cuantos.
Muchas gracias por tu comentario, Enrique.
Saludos
Juselín:
ResponderEliminarCreo que el problema está, como dices, en que los nuevos toreros se fijan, quizás demasiado, en las "figuras" actuales. También en que si a algún torero se le ocurre torear puro y de verdad se le ningunea y lo apartan del circuito como ocurre actualmente con Fandiño.
El problema es de como está montado este negocio. Esto está montado para llevarse el dinero lo más facilmente posible. Si se torea puro se expone más, hay más riesgo de que te peguen una cornada y, en consecuencia, de que torees menos y ganes menos dinero tanto tú como tu apoderado. Y si para llevarse más dinero hay que engañar a todo el aficionado pues se engaña. Entre los toreros el que no torea "moderno" es visto como un tonto que se arriesga más de lo que le hace falta y, por supuesto, que hay que apartar.
En resumen esto es una epidemia que se está cargando el toreo. Hay toreros que empiezan toreando bien y cuando medio interesan se acomodan toreando fuera de cacho y escondiendo la pierna, un ejemplo David Mora.
Una pena que se estén cargando al aficionado de verdad toreando de mentira.
Enhorabuena por la entrada Juselín. Un saludo.
Gracias por tu comentario, Alberto.
ResponderEliminarLa cuestión probablemente está en exigir desde los comienzos, como todo en la vida.
Chaval que empieza con los trucos y las ventajas, al paro (taurino), que hay muchas otras ocupaciones dignas.
Y así, a lo mejor conseguimos que se entienda lo que queremos, aunque lo dudo.
Saludos