miércoles, 25 de mayo de 2011

La tarde guapa

Foto: Juan Pelegrín

Bonitas hechuras en el encierro de El Torreón.
Excelente presentación.
…y nada más.
Como si se tratara de una metáfora de lo que ayer poblaba los tendidos de Las Ventas en la  decimoquinta de feria.

Lo mismo en el ruedo que en los tendidos, pero sin silicona ni botox.
Mucha presencia, poco más.
Tarde de público guapo, dos toreros “mediáticos” y uno de “los de antes”.
No sé si esta correlación de fuerzas sería aplicable a los tendidos, pero había mucho mediático y guapa/o sentado también.

Cinco de El Torreón, que aparte de sus buenas hechuras resultaron en general sosos, mansurrones, descastados y flojitos, muy flojitos.
Y uno sobrero de Carmen Segovia, que salió “empanao” y así estuvo, empanao, hasta que se fue al desolladero. Debió ser  que, acostumbrado al aire fresco de la sierra madrileña, le afectó el calor de la capital.

Ni siquiera hubo toro para que “el de antes”, Juan Mora, pudiera sacarle esos doce o catorce pases que necesita, nada más,  para dejar su impronta. No hubo manera, a pesar de que lo intentó.
Se mosqueó el maestro con los que le recriminaban el pico.
Yo creo que estas demostraciones de algún sector del público deberían ser más meditadas. A Mora, a estas alturas, le trae al pairo lo que algún aficionado pueda reprocharle en sus formas de entender el toreo.

Demasiados años en esto como para que venga algún listo a decirle cómo tiene que ponerse o por donde tiene que coger el estaquillador.

Sin embargo, esas mismas protestas parecían hacer mella en Cayetano. Cuando se oía algún silbidillo era evidente cómo corregía su colocación. Claro, que le falta mucho para llegar a donde el de Plasencia.
También lo intentó Manzanares, alargando una faena de por sí inalargable, con dos toros, sin casta, demasiado justitos de fuerza, y que ni transmitieron ni sirvieron nada más que para que Curro Javier se quitara la montera para saludar, excelente una vez más en la ejecución con las banderillas, y que estuvo en un tris de tener un disgusto con el manso que le apretó hacia las tablas ante el despiste y la inoperancia del resto de la cuadrilla.

Y a Cayetano, que si no le silban torea al hilo, y despegado (artísticamente, pero despegado) creo que le falta todavía madurez para estar donde parece que está ahora. Veremos si llega a madurar.
Como la tarde, mucha presentación (al menos eso decían las entendidas en el tema) pero poca “chicha”.

Lo mejor de la tarde? Por este orden:
La suerte suprema, claro, que estando Manzanares jugamos con ventaja.
La banda de música, y por destacar, “Churumbelerías”
La “presentación” en los tendidos. Lo dicho, bonitas hechuras.
Gloria Bendita…

sábado, 21 de mayo de 2011

La tarde de las rodillas (del vecino de atrás)




Que a gusto se está en las novilladas de la feria. Menos gente, ambiente más distendido, puedes estirar las piernas…
Lo de ayer, aunque pudiera parecer una novillada, si te fijabas en los tendidos te dabas cuenta enseguida de tu error. Había mucha gente, demasiada gente. Algo no cuadraba.

La corrida empezó fría. La frialdad inicial del respetable la achacaba yo a las rodillas del que tenía detrás, que me tuvieron preocupado en el inicio del festejo.
  
Llegué a pensar que todos y cada uno de los que estábamos allí teníamos  las rodillas de nuestros  vecinos torturándonos la espalda (menos los del callejón, que estaban muy juntitos como suele pasar en las grandes ocasiones, pero no tenían a nadie detrás).  

Y ese mal rollo inicial tenía que tener un motivo,  sin duda las rodillas del vecino clavadas en la chepa eran la clave, y por eso andaba fría la cosa.

Al morir  la primera sardina (¿o era un toro?) me volví y le espeté, con toda mi educación…Maestro, o nos organizamos con las rodillas o no llegamos al tercero, así no aguantamos diez minutos  más.
Entre el cubata (que imaginaba derramándose sobre mi camisa), el puro (que también imaginaba con su ceniza cayéndome por encima) y las rodillas taladrándome el espinazo, no había manera de “posicionarse” que se diría ahora…

Parece que la cosa surtió efecto y fue mejorando la postura, ya que a partir del cuarto, que ya parecía un toro, dejé de sentir la presión rotuliana en los omóplatos, lo que sin duda contribuyó a que la tarde remontara superando la frialdad inicial y pudiéramos llegar a ver detalles interesantes.

Por lo demás, gran estocada de Manzanares (una vez más) que se dejó ver con la “mano de la verdad”,  detalles toreros del francés (me suele gustar su concepto místico, qué le voy a hacer) y un par de tandas al natural de Talavante.
Naturales de los de libro, muy bien ejecutados, con gusto, temple y ligazón. Me gustó, si señor, al final va a acabar por convencerme…hasta dejó de dolerme la espalda…

martes, 17 de mayo de 2011

La tarde del uyuyuy!!

Foto: Juan Pelegrín



Entre el ¡uy! Y el ¡olé! nos hemos pasado la tarde en Las Ventas. En un susto.
Primera novillada de la Feria de San Isidro con novillos de Flor de Jara bien presentados y muy en el tipo de la casa. Destacaron el quinto y el sexto, aunque todos tuvieron casta y algunos demasiado peligro.
Artísticas y muy templadas  verónicas de recibo al primero de la tarde a cargo de Jiménez Fortes, uno de los que destacarán pronto, y que se las ha visto con un novillo con estudios universitarios que le vio al segundo muletazo y le propinó una soberana paliza con importante cornada en el muslo.
Estuvo muy valiente y sin perder la compostura a pesar de tenernos en un ¡uyyy!!!
También sufrió de lo lindo la señora que tenía yo cerca y que se ha pasado la tarde mirando sólo por un ojo.
Victor Barrio saludó por tafalleras al tercero y cuando echó las  rodillas al suelo fue bruscamente golpeado tras lo que tuvo que salir por piernas perseguido por el novillo. Tal y como lo vimos correr, este chico además es un atleta.
En esas habría que haber visto a alguno de los que se embuten en el traje de luces con calzador.
Destacó (por fin…) el tercio de varas, con un Luciano Briceño que picó como se debe picar, ni más ni menos.
En el segundo de su lote, que lidió en quinto lugar a consecuencia de la cogida de Jiménez Fortes, recibido también en los medios, ha cuajado una faena muy sólida y valiente que no se vio premiada con oreja tras petición levemente mayoritaria. Vuelta al ruedo aplaudida.
Debo reconocer, por si no se ha notado en alguna de las entradas de este blog , que tengo cierta predilección por el segoviano. Tiene estilo y mucha clase.

Larios, estuvo algo gris con los de su lote y pudo sacar una faena larga y aún así entretenida en el sexto, que hubiera correspondido a Jiménez Fortes, y que para mí fue el mejor del encierro.
Por cierto, me hubiera gustado ver a dos de los de ayer con esta novillada...

sábado, 14 de mayo de 2011

La tarde cárdena

Foto: Juan Pelegrín



Nota: Esta entrada, escrita el mismo día 12, se publica el 14 debido a la “caída” de Blogger, y el consiguiente descontrol desde la tarde del jueves.
Disculpas


Ese cielo gris, de panza de burra, tan típico de algunas tardes de mayo de Madrid, y que a veces se vuelve plomizo, ha sido esta tarde un cielo cárdeno.

Cárdeno claro, para más señas, como el quinto “Escolar” en Las Ventas.

No hago crónicas ni reseñas de la feria Isidril por tres motivos.
En primer lugar porque ya hay más que suficientes (demasiadas) crónicas.
El segundo motivo es porque no es mi intención.
Y el tercero, y el más importante, es porque entre ir, estar, y volver, me queda tiempo para poco más.

Pero hoy si quiero hacer un comentario de la tarde cárdena. Hoy ha habido ratos de emoción, que no es poco.
De los Escolares (que aprenden rápido, por cierto…) unos (el primero) han sido fuertemente ovacionados en el arrastre, otros aplaudidos de salida, otros aplaudidos de salida y al arrastre y otros ignorados.
El primero, bravo, con casta y nada noble (…¿para que?...) y exceptuando al segundo  y al sexto, que mansearon, al menos en mi opinión el resto mostraron casta desarrollando cierto peligro.

Excelentemente presentados todos.

Y una mención especial al cuarto. Un Saltillo que parecía enteramente sacado de una de esas fotos antiguas, en blanco y negro, de toros de “los de antes”.
De los que se ven ya pocos, desgraciadamente.

Y de los espadas, poco que decir.
No pudieron, probablemente porque no supieron. Y además alguno debería replantearse el tema del estoque.
Al respetable en general, y a mí en particular, no nos gustan los toricidios.




martes, 3 de mayo de 2011

Lo bueno, si breve...



Generalmente (hay excepciones, claro) siempre que asisto a una corrida de toros, hay algún momento en el que pienso que se está excediendo lo que, al menos yo,  considero un tiempo razonable. Una duración de la faena que no alargue innecesariamente lo inalargable.

Sin ir más lejos,  y por ser la que tengo más reciente, en algunos momentos de la goyesca de ayer, 2 de mayo, en Las Ventas.

Yo puedo entender al matador que, cumpliendo con su deber y su compromiso adquirido, trata de apurar hasta el límite las fuerzas y la condición del toro, pero es que hay veces (demasiadas) en las que ese empeño se acaba volviendo en su contra.
Estaremos de acuerdo que en unas plazas se tiende a alargar más que en otras, quizá por la importancia del evento y el afán de intentar algunas tandas más con la esperanza de que aquello remonte.
Uno no puede dejar pasar la oportunidad del triunfo, y si lo que te tocó en suerte no corresponde, es comprensible que se busquen los resquicios del éxito pegando, o intentando pegar,  pases y más pases.
Y no me refiero precisamente a la faena de Iván Fandiño al sexto. No hay que confundir solidez, aplomo  y empeño, que es lo que puso el vasco (alcarreño de adopción), con la pesadez.
Pero hay toreros que en algunas ocasiones resultan cansinos.

Esto también viene a cuento de la duración de las corridas. No sé si será por amortizar la entrada, pero parece que si no se alarga la faena, “nos han timao”.
Recordando a  Juan Mora en la Feria de Otoño (diez-doce pases y a otra cosa), nunca fue mas acertado lo de “lo bueno, si breve, dos veces bueno”.

Y también viene a cuento de una “bilidad” más, como nos recuerda Enrique Martín en su blog.

La durabilidad, o podríamos decir el “toro Duracell”, aquel que queremos que dure y dure como el conejito…aunque se estrelle una y otra vez con la acorazada Brunete transmutada en  picador.

Porque tampoco es lo mismo picar como mandan los cánones (¿qué cánones?) que desfondar al animal  contra la acorazada de picar que decía Vidal, que aunque lleve peto y castoreño, su misión debe ser la de probar su bravura y ahormar la embestida, no cargarse al toro.

Y me acordé de una cita de Eduardo Miura que he leído en el op. 7 de Tierras Taurinas, y que reproduzco porque me parece muy acertada.

La lidia de antaño era muy distinta. Un peón recibía al toro, luego el matador se ponía delante mientras el caballo entraba al ruedo, muy ligero.
Se picaba tanto como se podía, pero los puyazos no duraban. Los toros iban al caballo, pero no se quedaban. Salvo cuando los mataban en varas. Era más concluyente. Después salía el matador, hacía su quite, un tirón, un remate, no mucho más.
Hoy cuatro capotazos para sacar al toro del caballo, luego el quite…y apenas se acaba el tercio de varas, los banderilleros salen al ruedo antes de que el último caballo haya salido. Luego el matador intervenía. ¡Dos por alto, tres molientes y la estocada! ¡Hoy los toros tienen un muro frente a ellos! Y la pica de hoy es mucho más dura que la de antes.
Ocasiona más destrozos y el toro se emplea más. Mientras más bravo es, más lo castiga la puya. Lo que explica que el toro que da más resultado es el que no se agota en el caballo, si no el que dura en la muleta. Lo cual es imposible cuando hay puyazos interminables (…)

Cuando yo era pequeño, a mediados de los cincuenta, las corridas rara vez duraban dos horas. Todo iba más rápido. Las faenas eran mas cortas, la lidia era más precisa y había menos tiempos muertos. Entre una cosa y otra, eran siete u ocho minutos menos de esfuerzo lo que se le pedía al toro.
El alargar la lidia va en detrimento del toro y del espectáculo, ya que el ritmo es un elemento fundamental del éxito(…)

El público debe ver en el torero a un superdotado, a alguien que realiza lo que ninguno se atrevería a hacer. Si el espectador tiene la sensación de que puede hacer las mismas cosas que el campeón, el espectáculo pierde su interés. Para eso hace falta que la lidia le permita al toro expresarse. Desgraciadamente ese no es el caso, y si bien el riesgo existe, aún con un toro disminuido, dicho riesgo no se nota…