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Y no me refiero a la que reparte la Diosa Fortuna …
O mejor debería decir que las Suertes existen, la de varas y la de banderillas.
En la tarde soñada como ideal que cada aficionado lleva en su mente las tardes de Feria a Las Ventas, al menos en mi caso, existen las suertes de varas y banderillas.
Y uno recuerda pasajes leídos, las más de las veces, y recuerdos vividos, las menos.
Y como quien transporta su almohadilla, llegaba yo ayer a Las Ventas con mi faena soñada.
Un cartel de escaso claveleo pero de esos que ilusionan, baste ver el lleno que otras tardes no hemos contemplado.
Al final de la tarde sigo creyendo en Fernando Robleño, que estuvo de verdad valiente aunque tras sus dos paseíllos en la Feria el bagaje es pobre, y en el debe le pesa el dejarse sin torear un buen toro de Escolar.
A Bolivar llevo demasiado tiempo sin verle torear, lo que no quiere decir que no le haya visto hacer el paseillo. También es verdad que tuvo el peor lote.
Y de los Cuadris sólo diré que me parecieron vulgares, poco “Cuadris”, y me decepcionaron salvo algún detalle. Puede que esperara demasiado de ellos, no sé.
No he visto la faena soñada, habrá que seguir persiguiéndola porque nunca se sabe dónde puede esconderse, pero he comprobado que la suerte, la de varas, existe. Y que hay un tercio que se llama de banderillas.
Sólo hace falta mezclar un matador y una cuadrilla que conozcan la lidia, y un toro que al menos colabore, que no es poco.
Y como existe la suerte, hacía falta alguien que la ejecutara magistralmente y la mostrara a los incrédulos.
No es el tercio de varas de pega, simulado, aburrido, que tan pronto se pasa como no llega, en el que se pica trasero tarde si y tarde también, que mas que ahormar masacra, no, es aquel en el que el picador torea con el caballo.
Que fácil parece y que difícil es contemplarlo.
Y un tercio de banderillas auténtico, sin alharacas, saltos ni torsiones imposibles.
Castaño es un torero inteligente y generoso, muy generoso con su cuadrilla, con el toro y con el público.
Inteligente porque sabe que la lidia la componen tres tercios, y si los dos primeros resultan brillantes, el aficionado afronta el último tercio bien dispuesto y con la moral alta, y eso repercute sin duda en él.
Y generoso porque luce a su cuadrilla, luce al toro, y nos permite ver una lidia total.
Es evidente que, no lo vamos a descubrir a estas alturas, muestra algunas carencias, seguramente subsanables, pero su apuesta, su entrega, su generosidad, y su valor, son desde luego absolutamente dignas de apreciar y de aplaudir.
Una cuadrilla verdaderamente de lujo, con un Tito Sandoval que conoce la suerte y la ejecuta de forma extraordinariamente auténtica, un Marco Galán impecable siempre en la brega, lidiando como se debería hacer cada tarde.
Y David Adalid y el tercero, Fernando Sánchez, muy grandes con las banderillas, clásicos, de verdad, sin excesos, ni saltos circenses.
En definitiva un auténtico lujo que nos devuelve la satisfacción después de tantas tardes anodinas, salvo muy honrosas excepciones, capaces de quitar la afición al más pintado.
Por eso ayer aplaudí la vuelta al ruedo de la cuadrilla de Javier Castaño. Seguramente hemos visto a esta misma cuadrilla momentos mejores, pero en los tendidos había ganas de agradecerles lo que hacen y cómo lo hacen, y era el momento.
Porque engrandecen la fiesta de los Toros.
Juselín:
ResponderEliminarPues sí que existe la suerte, vaya que existe. Yo esa misma tarde me encontré con un señor que de primeras me pegó un susto que me dejó descolocado, seguro que él lo notó, pero fue una gran alegría el que me llamara la atención. Además es de esos con los que compartes ideas, formas de ver esto y a veces hasta penas. De la corrida ya lo hablamos un poco. Yo también esperaba más de los Cuadri, no estuvieron a la altura, ni a media altura tan siquiera, pero yo no los vi tan malos como muchos los visteis y con los toreros la sensación fue la contraria, no los vi tan bien, es más en algún caso los vi mal por incapacidad y en otro, en el de Robleño, mal por incapacidad y por querer hacernos ver lo que no era.
Un abrazo
Enrique, lo peor de todo es que ¡¡Me fuí sin el autógrafo!!!
ResponderEliminarAhora en frío pienso que quizá no estuvieron tan mal los de negro (y castaño, con minúsculas, no confundir con Castaño) lo que pasa es que esperaba más de los Cuadri, al fin y al cabo de lo bueno siempre esperamos lo mejor.
Y en Robleño, como digo, sigo creyendo, pero el crédito no es eterno...
Otro día no me voy sin la firma, maestro.
Un abrazo