sábado, 21 de mayo de 2011

La tarde de las rodillas (del vecino de atrás)




Que a gusto se está en las novilladas de la feria. Menos gente, ambiente más distendido, puedes estirar las piernas…
Lo de ayer, aunque pudiera parecer una novillada, si te fijabas en los tendidos te dabas cuenta enseguida de tu error. Había mucha gente, demasiada gente. Algo no cuadraba.

La corrida empezó fría. La frialdad inicial del respetable la achacaba yo a las rodillas del que tenía detrás, que me tuvieron preocupado en el inicio del festejo.
  
Llegué a pensar que todos y cada uno de los que estábamos allí teníamos  las rodillas de nuestros  vecinos torturándonos la espalda (menos los del callejón, que estaban muy juntitos como suele pasar en las grandes ocasiones, pero no tenían a nadie detrás).  

Y ese mal rollo inicial tenía que tener un motivo,  sin duda las rodillas del vecino clavadas en la chepa eran la clave, y por eso andaba fría la cosa.

Al morir  la primera sardina (¿o era un toro?) me volví y le espeté, con toda mi educación…Maestro, o nos organizamos con las rodillas o no llegamos al tercero, así no aguantamos diez minutos  más.
Entre el cubata (que imaginaba derramándose sobre mi camisa), el puro (que también imaginaba con su ceniza cayéndome por encima) y las rodillas taladrándome el espinazo, no había manera de “posicionarse” que se diría ahora…

Parece que la cosa surtió efecto y fue mejorando la postura, ya que a partir del cuarto, que ya parecía un toro, dejé de sentir la presión rotuliana en los omóplatos, lo que sin duda contribuyó a que la tarde remontara superando la frialdad inicial y pudiéramos llegar a ver detalles interesantes.

Por lo demás, gran estocada de Manzanares (una vez más) que se dejó ver con la “mano de la verdad”,  detalles toreros del francés (me suele gustar su concepto místico, qué le voy a hacer) y un par de tandas al natural de Talavante.
Naturales de los de libro, muy bien ejecutados, con gusto, temple y ligazón. Me gustó, si señor, al final va a acabar por convencerme…hasta dejó de dolerme la espalda…

2 comentarios:

  1. Juselín:
    Yo te pregunto, ¿tú no notas que los días en que vienen más domingueros, se está más incómodo en la plaza porque no saben como sentarse? No sé si es cosa mía o lo sufre alguien más.
    Un saludo

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  2. Ahí le has dado.
    Los habitantes de la grada, y por extensión los de la andanada supongo, tenemos nuestra propia idiosincrasia.
    Los dias de lluvia una sonrisilla nos delata antes de tomar asiento. Pero los días de llenazo, como te toque detrás un incómodo vas dao. Y es lo que me pasó a mi ayer (y tantos días...)
    Con lo fácil que es colocar las piernas como es debido. Pues nada, que no hay manera...
    Cuando el vecino asiduo falla, yo me pongo a temblar sólo de pensar en lo que me puede tocar...

    saludos

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