Torquemada, el martillo de los herejes, la luz de España, el salvador de su país, el honor de su orden…
Desde algún rincón del infierno, o quizá desde el mismísimo Cielo, Torquemada, el gran Inquisidor, reirá orgulloso al ver como mas de quinientos años después la huella del Santo Oficio, disfrazada de animalismo nacionalista en cientos de pequeños Torquemadas, continúa enviando a la hoguera, de momento virtual, a todo aquel que osara no seguir fielmente los dictados de la fe.
Alcanzarán así la purificación de sus almas herejes.
¿Exagerado? No lo creo. Exagerado hubiera parecido aventurar hace tan solo quince o veinte años una situación como la que estamos viviendo en la actualidad. Al final la realidad acaba superando a la ficción.
De la prohibición catalana se ha hablado mucho y más que se hablará, se han repartido culpas por acción y por omisión, se han escuchado lamentos y brindis, han ondeado banderas en contra y a favor…y el resultado es que nos han robado un trocito de libertad.
No he ido nunca a la Monumental de Barcelona, esa ciudad que siempre que he visitado me ha parecido abierta, culta y respetuosa. Por eso mismo quiero creer que la prohibición no es un Adeu sino un Fins aviat.
Y digo “quiero creer” pero en el fondo no lo creo, porque las consecuencias de la prohibición me temo que van a ser más destructivas de lo que nos lleguemos a imaginar.
El riesgo de propagación del fuego purificador es más que evidente.
Más que buscar culpables, creo que es la hora de dejar atrás el desencuentro, las individualidades y la apatía, tan característicos del mundo taurino, y remar en una dirección, que será necesariamente la de explicar y difundir los valores de la Tauromaquia. Si para ello es preciso que el G-10 sea el timonel, bienvenido sea el G-10, el G-20 o el G-n. Y después ya discutiremos lo que haga falta.
La ignorancia, a la que siempre se venció con la educación y la cultura, es el arma de los nuevos Torquemadas, esos politiquillos que como su maestro seguirán viviendo del desconocimiento y la incultura, enviando a la hoguera purificadora cuerpos y libros, herejes e impíos, tras auto de fe parlamentario. Pero democráticamente, eso si…
Y como dijera el Ingenioso Hidalgo Manchego, La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre…
Fins aviat / Hasta pronto