Joselito por Ángel Roncero |
La eterna discusión...
Del libro “la lidia y el toreo”, de Antonio Petit Caro
"Hace unos años, charlando con Marcial Lalanda le preguntaba, siguiendo su famoso pasodoble, si el había sido, realmente, el torero más grande.
La respuesta, inmediata e inequívoca, fue tajante: “No, el más grande, no lo dude, ha sido Joselito. Días después preguntaba a Antonio Márquez la disyuntiva de si Joselito o Belmonte. “Para mi, Belmonte –fueron sus palabras-. Joselito era un fuera de serie, en conocimientos y en estar bien todas las tardes. Pero Belmonte era la renovación, la penicilina de la Fiesta, el “Fleming” del toreo”.
Don José Flores Camará, contemporáneo de los dos grandes, ante la misma pregunta, contestaba en estos términos: “Para mi, Joselito. Eran dos toreros que tenían la misma fuerza. Pero lo cierto es que la responsabilidad recaía sobre Joselito.” ¿A qué carta nos quedamos?
Pero es que si recurrimos al testimonio de los propios protagonistas, volveremos a llegar de nuevo a una situación similar. Y así, como recuerda Luis Bollaín, Juan Belmonte opinaba en estos términos sobre José: “De mi toreo si pueden tener una idea aproximada los jóvenes; porque en la línea mía -mejor o peor- han toreado o torean muchos toreros. Pero de Joselito…No es posible imaginarse a Joselito. Ni es posible imaginar cómo eran los toros a los que Joselito dominó”.
El 21 de junio de 1917 torearon los dos colosos –en unión de Gaona- en Madrid la célebre corrida del Montepío de Toreros.
El ganado pertenecía a la divisa de Concha y Sierra. En el sexto de la tarde cuajó El Pasmo de Triana una de sus más monumentales faenas. Pues bien, mientras pasaba de muleta a ese toro –según narra Juan M. Lara- un banderillero de Joselito le comentó a éste: “Que suerte ha tenido Juan con ese toro”. La respuesta no se hizo esperar: “La suerte es la del toro, que lo está toreando el mejor de los que han nacido”. Los testimonios de uno y de otro que podríamos traer a estas páginas son incontables…
¿A qué carta, en fin, nos quedamos? Pues aunque al lector profano en taurinismo le pueda parecer un tanto ecléctica, la postura más certera que puede adoptarse es la de fundir en un todo único –Joselito/Belmonte, como en la célebre anécdota en casa de Miura- las figuras inigualadas de José y Juan, de Juan y José; o si se prefiere, cabría señalar, siguiendo al académico Cossío, que “así como se escribieron paralelos de héroes y grandes hombres de la antigüedad, pudieran escribirse unas vidas paralelas de Joselito y Belmonte, que llenan la época más gloriosa, a la que se me alcanza, del toreo.”
Son, en definitiva, dos genios del toreo, dos toreros irrepetibles, y mucho dudo que en el futuro puedan ser superados. Dos estilos, en fin, diferentes pero igualmente importantes.
José aportó a la Fiesta unos valores determinados; Juan otros. Entre los dos, mano a mano, escribieron las páginas más gloriosas de la historia de la Tauromaquia. ¿Uno por delante de otro? No, no puede establecerse esa diferenciación. Mejor hablar, como decíamos antes, de vidas paralelas, que caminan unidas hasta el infinito, la una necesitada de la otra, pero sin confundirse nunca. ¿Sin un vencedor ni un vencido? Pues si, así ocurrió.
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