miércoles, 5 de febrero de 2014

Joselito "El Gallo", Madrid 1914



Publicado en el “Álbum del abono de Madrid, 1914”

Lanzarse a definir con la pluma en la mano la personalidad torera de Joselito “El Gallo”, teniendo por delante el módico presupuesto de cincuenta líneas, es una cosa parecida al descabellado intento de meter todos los tomos del diccionario enciclopédico en las hojas de un librillo de papel de fumar.
Un señorito de los que hoy se entretienen en tirarle a José la contraria desde el paño belmontista, dijo en cierta ocasión que el muchacho era “un tratado completo de Tauromaquia”. Y si pudo declarar esa gran verdad, quien hablando de torería le niega la sal y el agua a la Casa Gómez Ortega (¡Miren ustedes que negarle la sal!...) ¿qué vamos a decir del extraordinario Gallito los que queriendo mantenernos en el fiel de la balanza, nos vimos obligados a caer cientos de veces del lado de José, porque hacia allí nos arrastraban el arte y la sabiduría del niño-torero y el empuje irresistible de todos los públicos de España?
La gran masa de la afición, el pueblo, o lo que ustedes quieran llamar a las multitudes que llenan las plazas de toros, consagra a las primeras figuras de la fiesta nacional saltando muchas veces por encima de opiniones en contra, expuestas al calor de buenísimas firmas, teorías mas o menos clásicas y predilecciones de la amistad, la simpatía y la conveniencia. Y cuando esa opinión pública ha “ejecutado” ya en la acreditadísima “trompeta de la fama”, todo el repertorio de los aires de triunfo, para honra, gloria, prez y provecho, del Gallo más joven, es que no lo encuentra seguramente tan defectuoso como sus detractores le pintan.
Por eso no se puede sostener, según hacen algunos, sin darse cuenta de ello, que los públicos que elevaron sobre el pavés a Bombita y ahora levantan a Belmonte, se han pasado de primos haciendo lo propio con Joselito. Del benjamín de los Gómez puede decirse ¡que es  gran torero desde el punto y hora en que su señora madre tuvo la comodidad de ponerle en el mundo!. Por eso la criatura –sin ser especialista- ha logrado dominar “todo el programa” llegando a ocupar su puesto en la lidia, de tal modo que hasta ha producido asombro a muchos que encanecieron siendo los favoritos de las muchedumbres. Qué en tal día se permitió el mocete usar y abusar del “trampolín”, que en tal fecha puso cátedra de “toreo de esterilla”…Bueno, ¿y qué? Hay quien ha visto al gran Lagartijo hecho una maleta y fracasar toda la sabiduría del inmenso Guerrita, ante un torillo andaluz de veinte arrobas escasas.

Pero frente a los días de mandanga o de desgracia, que podemos registrar en la historia de todos, absolutamente todos los fenómenos del Arte de torear a pie y a caballo, puede apuntarse “Joselito Maravilla” jornadas imperecederas. En ellas ha ganado en guerra galana, batallas dificilísimas, donde el adversario llevaba todos los palos de favor (véanse, por ejemplo, las últimas corridas de Ricardo Torres) y ha despachado con enorme éxito, corridas enteras y miureños poderosos, ante públicos tan exigentes que apedrearon a Bomba y a Machaco y quisieron cortarles la coleta.

De todo el batallón de toreros contratado este año en Madrid, es Joselito el Gallo una de las dos figuras indispensables. Lo mismo ocurre  en las demás plazas de España y en las del extranjero. Y es que a pesar de los pesares, la gente acude a ver a José, fiando muchísimo en su toreo largo y sabio, que no puede acomodarse con una tarde de total fracaso, aunque se hallen preparados en los chiqueros “el toro que se comió la porra del pastor”, “el del ojo verde”, y hasta el que tenía “un tal San Marcos”.


Pepe Laña

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