Foto: Juan Pelegrín. Las-Ventas.com |
Seguramente, cuando Iván Fandiño se tiró ayer a matar al
quinto de la tarde, en su pensamiento no tenía enfrente al Parladé. Donde se tiraba Fandiño era en la Puerta Grande de Las Ventas.
De otra manera no consigo entender cómo pretendía salir de
aquellas dos perchas.
Viendo repetidas las imágenes sigo sin adivinar las
verdaderas intenciones de Fandiño. Me refiero, claro está, a la particular manera
de ejecutar esa suerte contraria.
Parece materialmente imposible que se produzca el
intercambio de terrenos entre Fandiño y Rapiñador
de forma más o menos ortodoxa. Quizá la única manera de resolver la situación
sea volar por los aires, como así fue.
Por eso pienso que más que entrar a matar, volaba hacia la
puerta grande.
Faena de muleta interesante en su primero y muy completa
al quinto de la tarde. Lo que tengo claro es que el toreo en gran medida está
hecho de gestos, y ese gesto de Fandiño al entrar a matar merecía ser
premiado.
El Cid, después de la cal del otoño le tocó ayer la
de arena. Especial mención para El Boni,
despistado por no decir ausente toda la tarde.
En cuanto a Ángel Teruel, sigo viendo detalles en él que
me hacen pensar en un buen torero. En el feo sexto, el ambiente post-Fandiño le
pasó factura, y aún así dejó constancia de su clase. Una pena que hayan pasado
desapercibidas sus dos oportunidades, porque me da que no va a tener muchas
más. Al menos en los Madriles.
De los de negro, ni tanto ni tan calvo. Ni tan buen
encierro como pintan algunos, ni tan descastado como cuentan otros.
Digamos que la media ha sido buena, destacando el lote de
Fandiño, con alguno que manseó de más pero en general todos con un buen fondo
de casta, como se dice ahora.
El problema sigue siendo que uno, que es muy
limitado en conocimientos, necesita ver un buen tercio de varas para evaluar la
bravura, o mejor dicho lo que hasta ahora hemos tenido por bravura, que visto
como evoluciona esto a lo mejor resulta que la bravura es otra cosa.
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