Tengo el “chiringuito” un tanto abandonado últimamente.
Unas veces por falta de tiempo, otras por falta de ganas, y otras, las más, por
las dos cosas.
Además, como no “tuiteo” pues resulta que ando algo
despistadillo del ambiente taurino. Menos mal que me quedan mis blogs de
referencia a los que sigo fielmente.
Resulta que como quien no quiere la cosa, ha llegado SAN
ISIDRO, así en mayúsculas, y aunque esto no ha hecho más que empezar, ya me he
preguntado …¿hasta cuando, Taurodelta…? De ahí el latinajo del título, al que
habría que añadir …”abutere patientia
nostra?”
Para mi es un año de cambio, o de transición, que nunca se
sabe.
Del 2 al 3, siempre en la grada, y conservando las alturas
del 9 para estar más cerca del cielo.
Pero el descoloque, aunque sea mínimo, te hace ver las
cosas de forma diferente. Y más aún si un día estás en el 3 y el día siguiente
te ves justo enfrente, en las alturas celestiales del 9. A veces incluso me ha
parecido verme sentado enfrente. Voy a tener que llevarme un día los
prismáticos para asegurarme, no vaya a ser que efectivamente sea yo, que me
aburrí tanto que me quedé allí sentado convertido en estatua de sal.
A lo que vamos. El resumen de estos tres primeros días,
extendiéndome mucho, es el siguiente:
- Un
buen toro, “Cariñoso III” nº 32 guarismo 0, ganadería de D. José Escolar,
bravo, con casta y nobleza, jugado
en primer lugar ayer domingo día 11. Alguna protesta de salida (algo justito
de culata) y ovacionado en el arrastre.
- Dos
buenos pares de banderillas, sobre todo el segundo, de Ángel Otero al
cuarto toro de la misma corrida.
- Dos
buenos puyazos a cargo de Óscar Bernal y de Pedro Iturralde.
- Apuntes
de alguna buena brega.
- Y
piedra, demasiada piedra en Las Ventas.
Y de lo demás no me acuerdo…
Como detalle “Taurodelesco-moderno”, anuncian una
aplicación para el móvil por la que puedes pedir el gintonic, o lo que se
tercie, y te lo llevan hasta tu localidad.
Aunque reconozco que me da miedo, igual un día me lanzo,
descargo la “app” y me lío a pedir algo.
Por ahora, y mientras me decido a dar el trascendental paso,
espero ese momento de pedir una consumición (ya decidiré cual) con emoción
contenida.
Ya les contaré.
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