Acercóse el
de Orduña hasta los medios, y tras un giro completo sobre sus pies, tal como la Tierra gira sobre sí misma,
lanzó garbosamente la montera al aire como si pareciera que jugaba al “chito”.
Y el
clamor y el júbilo inundaron de palmas y olés los tendidos de Las Ventas tras
caer la montera sobre su arena.
Les
prometo que esto no es un pasaje bíblico, esto lo viví yo ayer en Las Ventas en
el brindis de Iván Fandiño.
Y no hay
más que rascar.
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