jueves, 21 de marzo de 2013

La nueva inquisición



Vía “El Mundo”, copio:

YouTube quiere una fiesta de los toros sin sangre. Incruenta. Al estilo portugués. "Podría haber vídeos de toreros con la capa o la muleta", explica un portavoz de la web de vídeos de Google. "Pero no picando o matando al toro", añaden.
La polémica estalló este jueves al cerrar YouTube el canal con vídeos taurinos de @PabloLopezRiobo por tratarse de un canal de toros.

Explican desde el gigante 'on line' que tienen derecho a eliminar los contenidos que no cumplan los requisitos de contenido estipulados en sus 'Términos y Condiciones' "sin necesidad de preaviso y a su elección exclusiva".
Y señalan este punto recogido en las normas en que se especifica que no se pueden publicar vídeos "con contenidos sobre actividades negativas como abusos a animales, consumo de drogas o fabricación de bombas". Es decir, equipara los vídeos taurinos con la fabricación de bombas y el consumo de drogas.
"Y la compañía está en su derecho de retirar cualquier vídeo que no cumpla estos términos y condiciones", rematan desde YouTube, desde donde aseguran que las reglas son iguales para cualquier país del mundo y que no hay especificidades por países.
En cualquier caso, desde el portal de vídeos aseguran que es la comunidad de usuarios la que tiene que denunciar un vídeo. "Nosotros no tenemos policías vigilando", añaden. De este modo, reconoce que los vídeos antitaurinos, rebosantes de imágenes sangrientas, se retirarían "si hay usuarios que lo solicitan".

Creo que nunca dejaré de sorprenderme, la estupidez humana no tiene límites, puede llegar a ser infinita.
Cuando las barbas de tu vecino veas pelar, pon las tuyas a remojar...

miércoles, 20 de marzo de 2013

Las Orejas o el Toreo sordo. Morante y Criadero




Me parece bien que exista el toreo orejero, festivo y bullicioso.
Que Manuel Díaz y El Fandi salgan del ruedo por la puerta grande. Me parece estupendo. Para gustos los colores, pero a mi no me interesa la comparación, porque no existe, no es posible.

Lo de Morante ayer, 19 de marzo, al quinto de la tarde,  me parece la expresión máxima de lo que se puede sentir viendo torear. Y eso a través de la pantalla, que eso si que no se puede comparar con lo que se vive en el tendido.

Si, se ve mejor, más veces, más lento, muy lento, superlento…pero no es lo mismo.

Y aún así todavía estoy acordándome de las verónicas de recibo, la réplica a Luque  por chicuelinas (por cierto…¿dejará Luque su status de eterna promesa esta temporada?)

Sigo viendo los ayudados por alto, el pase de pecho, los derechazos, el natural largo, muy templado, imponiendo la cadencia de la muñeca.
Sigo viendo su torería, su postura, su pasmo, de frente.

Sigo viéndole torear, porque eso debe ser torear.
Falló el acero ¿qué mas da? dirán algunos. No se puede tener todo.

Esto debe ser el  toreo sordo, sin orejas, porque total, para lo que hay que oir…
Y Morante no necesita orejas, le vale con las patillas.

¡Qué grande eres, Morante!

domingo, 24 de febrero de 2013

Sangre Española. Juan Belmonte



Como el invierno sigue siendo tiempo de lectura, cuando mi escaso tiempo libra me lo permite leo y releo últimamente lo que puedo sobre Belmonte y Joselito.
Por mucho que se haya leído, y con todo lo que se ha escrito sobre los dos, siempre hay algo nuevo que me llama la atención.

Aunque conocido, en este texto que copio, Juan Belmonte, con su extraordinaria personalidad,   narra de forma estremecedora y a través de la prosa de Manuel Chaves Nogales, el momento en el que conoció la noticia de la muerte de su rival y amigo Joselito.

José Gómez y Juan Belmonte tenían una relación casi fraternal, de profunda admiración, respeto y afecto, que a espaldas de las inquinas de  Gallistas y Belmontistas se profesaban las dos figuras más grandes e influyentes que ha dado la tauromaquia en el siglo XX, con el permiso de Manolete.

La trágica noticia sorprende a Juan Belmonte jugando en su casa al póker con su cuadrilla y amigos…

Aquella espantosa certeza nos hizo mirarnos los unos a los otros con espanto. Dejamos caer los naipes sobre el tapete, y sin articular palabra estuvimos durante unos minutos en estado de semiinconsciencia y estupor.

 Mis amigos fueron levantándose uno a uno, y, sin pronunciar una sílaba, se marcharon. Yo me quedé solo, hundido en un diván y mirando estúpidamente el tapete donde permanecían esparcidos los naipes y las fichas, abandonados por mis amigos.
En aquella soledad en que me habían dejado estuve repitiéndome mil veces aquellas palabras que me golpeaban en el cráneo como martillazos “¡A Joselito le ha matado un toro! ¡A  Joselito le ha matado un toro!”.

Poco a poco fue invadiéndome una pavorosa congoja. Miré a mi alrededor y tuve miedo. ¿De qué? No lo sé. El pecho se me anegaba de una linfa amarga, y cuando ya la garganta no pudo contener por más tiempo aquella inundación de dolor, estallé en sollozos.

Lloré como no he llorado nunca en la vida. El llanto me hacía mucho bien. Hubiera querido seguir sollozando durante mucho tiempo, porque la extraña conmoción del llanto, a la que nunca, hasta entonces, me había entregado, me libraba de aquel martilleo seco del cerebro que repetía “¡A Joselito le ha matado un toro! ¡A  Joselito le ha matado un toro!”.
Pero advertí que aquel llanto estaba produciendo en los míos una impresión desastrosa. Al verme llorar, mi mujer, sobrecogida, lloraba también. Lloraban además, allá en el fondo de la casa, los familiares y los criados, y hubo un momento de tal desesperación, que me asaltó la idea de que era a mí y no a Joselito a quien lloraban.

Creo que yo mismo sentí  un poco mi propia muerte aquel día.
Este sentimiento egoísta fue el que me permitió reaccionar enérgicamente. Volví a sepultar en el pecho la congoja que en un instante de abandono había dejado desbordar, y con un tono seco y duro hice a los míos recobrar el dominio de sus sentimientos.
Llegaba la hora de la cena y con una artificiosa impasibilidad me senté a la mesa e hice a mi mujer que me acompañara y a los criados que nos sirvieran. Era aquella una grotesca parodia.
Recuerdo que para dar ejemplo intenté llevarme a la boca unas hojas de ensalada, que se me agarraron como si fuesen esparto a las fauces resecas.
Simulaba que comía con la cara metida en el plato, y no me atrevía a levantar la cabeza ni a mirar a mi mujer, que sentada frente a mi se tragaba desesperadamente las lágrimas.
Una vez la miré y hallé en sus ojos tal expresión de espanto, la vi mirarme con tanta alma, que me sentí anonadado.

Dos días después había toros  en Madrid. Salí a la plaza con Varelito y Fortuna para lidiar una corrida de Albarrán. Tuve aquella tarde uno de los triunfos más grandes de mi vida.
Era el día en que se llevaban a Sevilla en cadáver de Joselito.


A veces he pensado que si el genio de la lámpara taurina me diese la oportunidad de pedir un deseo, le pediría que me trasladara en el tiempo por unas horas  y me diera la oportunidad de poder asistir a una corrida en la que hicieran el paseíllo José, Juan, y un tercero que dejaría a la elección del genio.
Por sugerir, y coincidiendo en el tiempo, le nombraría a Rafael El Gallo, Gaona, Machaquito, Saleri II, Pastor…más que nada por no pedirle a Manolete y ponerle en un aprieto al pobre genio de la lámpara. 
Y a  ser posible en Madrid o Sevilla por favor,  si no es mucho pedir…

El texto está extraído del libro de Manuel Chaves Nogales, “Juan Belmonte, Matador de toros”, libro “de texto” que, religiosamente y cual peregrinación a la Meca de los toros, debería ser de obligada lectura para cualquiera que aspire a ser  aficionado. Una joya, vamos.

Para acompañar esta entrada, “Sangre Española”, dedicado a Juan Belmonte y con música de Gabinete Caligari, quienes demostraron una audacia inaudita editando este tema, con su puesta en escena, hace ya nada menos que  30 años.



martes, 12 de febrero de 2013

El Fueracachismo



El fueracachismo viene a ser uno de los males que silenciosamente minan la moral y el aguante del aficionado medianamente observador. Tampoco hay que ser muy observador para sentirse agredido por esta peste, ni muy aficionado, no vayan a creer.
A veces basta con echar una mirada al cartel para empezar a sospechar que el enemigo silencioso se dejará caer esa tarde por el redondel.
Como el tema me preocupa y me molesta, hace tiempo ya escribí en el blog algo sobre la cuestión, ahora y antes, desde el punto de vista puramente subjetivo de este aspirante a aficionado.

Yo no se desde cuando nos acecha el taimado mal, lo que si que observo es que se extiende como una marea negra que, como el chapapote, lenta y silenciosamente nos va pringando, nunca mejor dicho, sin que nos percatemos, aceptando como si tal cosa que el toreo (o el destoreo) ha de practicarse de esa guisa.

Y esto viene al hilo (que no del pitón) de que en esta temporada mexicana y el incipiente despertar de la temporada patria, desde mi sofá, lo reconozco, y en lo poco que puedo asomarme a la pantalla tonta, me da la impresión de que el fueracachismo se ha asentado definitivamente entre nosotros y ya no llama la atención ni despierta siquiera unas palabras  de los comentaristas de turno. Debe ser que lo hemos aceptado como un perverso tributo a la modernidad del toreo, supongo.

Pero si creo que alguien debería decir a los jóvenes aspirantes a figura, todos ellos con grandes conocimientos teóricos,  dónde ha de colocarse uno al ejecutar las diversas suertes. Los terrenos del toro, las querencias, y todos esos conceptos que suenan a tauromaquia rancia y en blanco y negro, pero que deberían ser una de las  bases fundamentales del toreo.
Porque la culpa no debe ser del alumno sino de quien enseña, aconseja, y da por buenos aquellos truquillos de colocación que derivan irremediablemente en el ventajismo.
En los doctorados la cuestión puede que no tenga enmienda, pero en los novilleros aún cabe la esperanza.
Porque luego,  jaleados por sus consejeros se aquerencian, y cuando llegan por poner un ejemplo a Las Ventas, no entienden porqué desde el  tendido algún “maleducado” les vocea haciéndoles ver que aquello no se hace así, que eso es mentira, chaval.
Que eso es mentirse a ellos mismos y tratar de engañar al respetable, que es quien paga y manda. Y eso está muy feo.
Y como no lo entienden, se cabrean algunas veces y otras, las más, se frustran y a lo peor no vuelven.
Y a mi eso me parece una pena. Y lo siento de verdad por los chavales.
Qué queréis que os diga…

Hay quien se pregunta por qué ha de ser malo torear fuera de cacho y algunos hasta llegan a afirmar que el fuera-cacho no existe; que es una falacia ideada para desmerecer a las figuras en general y a Enrique Ponce en particular. (Joaquín Vidal)

 
(Nota: Desconozco el autor de la foto que he utilizado como base y que ilustra (y nos ilustra) esta entrada.)

domingo, 3 de febrero de 2013

Collado Mediano. Entrega de Trofeos de su Feria de Novilladas 2012


El pasado viernes, 1 de febrero, se ha celebrado en el Teatro Municipal de Collado Mediano la gala de entrega de los Trofeos correspondientes a su feria de novilladas de agosto del pasado año.
El acto, que resultó muy entretenido,  como viene siendo habitual se desarrolló con lleno en el aforo y bajo la conducción de Jorge Fajardo, Presidente de la Unión de Federaciones Taurinas de España y todo un experto en estas lides.
En poco más de una hora fueron subiendo al escenario los premiados, mostrando su agradecimiento y apoyo al Ayuntamiento y Asociación de Fiestas de Collado Mediano, organizadores de la Feria.
Cerró la gala el Concejal de Festejos de Collado Mediano, Javier Lozoya.

Estos son algunos de los momentos de la gala.


Ángel Sánchez, Trofeo Novillero sin caballos. Entregó el premio Ángel García


Premio al Fomento de la Fiesta a Encierros Infantiles "Los Segovianos". Entregó Álvaro Blasco.

Mención Especial, Ganadería Torrenueva. Recogió el premio el mayoral, Miguel Novoa y entregó Luz del Amo, Concejala de Cultura de Collado Mediano

Mención Especial Novillero Sin Caballos Amor Rodriguez

Trofeo al Mejor Subalterno, José Otero

Mejor ganadería sin caballos, Conde de Mayalde. Recogió el premio D. Rafael Finat

Mejor picador, Felipe López. Entregó el premio Pedro De Miguel.


Mejor faena artística, Fernando Adrián. Entregó el trofeo, J. Ramón Palacios, de la Asociación de Fiestas

Mejor Novillo, "Entusiasto·, nº 112 ganadería José Vázquez. Entregó el Trofeo José Antonio Blasco, Concejal del Ayuntamiento y recogió José Vázquez (hijo)


Mejor Ganadería José Escolar. Entregó el trofeo Jorge Fajardo.


Triunfador de la Feria, Román. Entregó el trofeo el Concejal de Festejos, Javier Lozoya.


Ángel Gómez Escorial, de la Escuela de Arganda, dirigió unas palabras en defensa de la Fiesta y el fomento de las novilladas sin picadores.



Fotografías, José María Gaitán

miércoles, 30 de enero de 2013

#FestivalChanoPor



Me sumo a la iniciativa.

Confieso mi desconocimiento casi absoluto del universo Twitter, será cosa de la edad.
Como el tiempo vuela, y en tanto que me planteo  hincarle el diente al pajarito silbón, me sumo a la iniciativa de pedir, no, reclamar, un detalle torero con El Chano en Las Ventas.
Aunque dudo mucho de la implicación de quién más lo debe hacer, empresa, ganaderos, “artistas” y demás, ojala me den en toda la boca y podamos verlo hecho realidad.
Por si acaso aquí queda mi particular aportación a esta causa, que debería ser la nuestra.

#FestivalChanoLasVentasYa

domingo, 13 de enero de 2013

La Pesadilla




Con algún esfuerzo conseguí subir hasta mi andanada y logré sentarme en el comodísimo asiento.
Menos mal que Angelito y Laura, mis nietos, me ayudaron a subir las empinadas escaleras.
Les conté que hacía muchos años, en Las Ventas cabíamos más de veintidós mil almas sentadas…pero incómodas. Ahora no llegábamos a los diez mil, pero a cambio los asientos eran muy cómodos y podías estirar las piernas a placer.
Como siempre, aún a riesgo de resultar pesado, intentaba contar a mis nietos cómo era la Fiesta que yo conocí, con la secreta esperanza de que algún día ellos la volvieran a vivir. ¡Qué iluso!

El cartel de la tarde era de los importantes de la temporada y había generado una gran expectación.
Un cartelazo con Alejandro Cargante, José María  Encinares, y Julián Rodriguez “El Rodri”, tres toreros de moda que me recordaban a  los que antaño conocimos como “los del gediez”. 
Mientras empezábamos a dar cuenta de  un enorme cubo de palomitas sintéticas y unas bebidas de color verde que extrañamente sabían a naranja, comenzó el paseíllo a los sones de una canción muy de moda cuyo nombre desconocía. Eso si, los jóvenes la coreaban perfectamente al unísono y daban palmas al compás.
Detrás de los toreros, con sus caros trajes de diseño, desfilaban los recortadores y las alegres animadoras. Ya no quedaba ni el recuerdo de los banderilleros, picadores, mulilleros, areneros…¡qué pesado eres, abuelo, eso era hace un taco de años…!

Tenía razón Angelito. Eché la mirada atrás y recordaba perfectamente como después de lo de Cataluña (entonces pertenecía a España, que a su vez era europea), y San Sebastián (que entonces todavía formaba parte del País Vasco) toda una avalancha de prohibiciones y trabas desembocó en aquel fatídico y ya muy lejano 2.016, en el que desapareció  la añorada suerte de varas, de muerte natural todo hay que decirlo. No en vano hacía ya muchos años que aquella suerte ya no se ejecutaba como mandaban los cánones.

Poco después, también recuerdo como si fuera hoy la fecha del decreto a pesar de los años que han pasado, el 19 de mayo de 2019  y ya inmersos en plena doctrina Disney, (en las películas de Disney los animales, incluido el toro Ferdinand, hablaban) se prohibió la muerte del toro en la plaza, y el tercio de muerte pasó a conocerse simplemente como “tercio de muleta”.

Y apenas un par de años antes  de nuestra ruptura con  Europa, nuestro gobierno de Bruselas prohibió el uso de las banderillas (garapullos, rehiletes, avivadores, palitroques), y tras un par de años de no saber muy bien qué hacer en ese tiempo muerto, y en vista de que los banderilleros ya no tenían sentido, la mayoría se  reconvirtió en recortadores y la coyuntura de la  Fiesta dio paso al “tercio de recortes”.

Absorto en la pesada charla que les estaba dando a las pobres criaturas, casi no reparamos en la salida del primer toro al ruedo, un bonito morlaco de capa azul celeste como los colores del patrocinador del evento, antes llamado “corrida”.
Para ser más exactos era azul celeste, bragado y meano añadí yo, aunque esta expresión le pareció muy grosera y de mal gusto a mi vecina de asiento, una joven con cara de loro y con el pelo también azul, casualmente.
A esos pitones les faltan cuatro dedos –pensé- pero eso era lo de menos, lo realmente llamativo era lo puntiagudo de su terminación, casi parecían lápices bien afilados…
La normativa actual obligaba a cortar entre tres y cinco  centímetros del pitón y afilar después hasta conseguir una terminación en astifina  punta.

Tras darse el burel unas vueltas por el ruedo, surgió del burladero de toreros (antes matadores) Alejandro Cargante, el torero (antes matador), quien con un enorme capote dio comienzo al “tercio de capotes” con una serie de “Morantinas” rematadas con una media “Juliana” de bonita factura.
Otra serie de “Manzanarinas” por el pitón izquierdo y una especie de galleo por Fandiñas pusieron el toro en suerte para la cuadrilla de recortadores,  quienes durante un buen rato dieron muestra de un amplio repertorio de saltos, recortes y quiebros hasta dejar al pobre animal exhausto, pero eso si, sin una gota de sangre a la vista por supuesto.

¡Qué bárbaros erais, abuelo!, me decía Laura ¿Y no os daba asco y pena ver al toro lleno de sangre? Es que la Fiesta era así, Laura. Sería muy largo de explicar, quizá otro día con más tiempo…

Antes de que comenzara el tercio de muleta, las animadoras saltaron al ruedo y, mientras el animal miraba embobado al burladero y parecía ajeno a las evoluciones de las jóvenes, ellas bailaban al ritmo de lo que me pareció adivinar como una versión electrónica y algo acelerada de “Amparito Roca”.

Empezó Cargante el tercio de muleta en lo que antes llamábamos la boca de riego con algo parecido a un estatuario. El toro, todo nobleza y sosería, iba y venía sin dar en ningún momento sensación de querer “echarle mano”. Ahora por la derecha, ahora por la izquierda, ahora de espaldas, de rodillas, por arriba, por abajo…La verdad es que Cargante hacía lo que quería con el obediente bicho, desatando el entusiasmo en los tendidos.
El último pase consistía en hacer entrar al bicho por donde salió, los toriles.

Una especie de molinete, un pase del desprecio y un desplante y el animal desapareció mansamente por donde había venido.
Los espectadores, enloquecidos con la vibrante faena,  fueron activando sus orejímetros y pulsando lo que les parecía justa recompensa. Yo, por indicación de mis nietos pulsé “dos orejas” que se reflejaron en el video-marcador sumando una aplastante mayoría del 78%.

Trofeos merecidos, opinaban los vecinos de tendido. Lo que no les gustaba es que yo les recordara que antes eran las orejas del toro lo que realmente se llevaban (¡que horror! ¡Qué ordinariez! ¡quee baaaarrbaroos!)

Justo cuando la guapa animadora ataviada con lo que más parecía un ancho cinturón que una corta minifalda, iba a hacer entrega de las dos orejas de cerámica de Talavera al diestro… sonó el despertador y me desperté…  asustado, casi temblando y bañado en sudor…

Ufff!! ¡qué alivio! ¿Habría sido sólo un sueño?

martes, 8 de enero de 2013

Catecismo Taurino



Sigo con la “Cultura general”.
Traigo al blog un pequeño fragmento de una curiosa publicación titulada “Catecismo Taurino. Breve Compendio de conocimientos útiles a los aficionados a toros, editado en Madrid en 1.908 y escrito por Manuel Serrano García-Vao (“Dulzuras”) escritor, periodista, y crítico taurino de ABC en los primeros años del siglo pasado (a quien sustituyó Gregorio Corrochano).

En el capítulo dedicado a “La Suerte de matar. Los pases de muleta”, como reza el subtítulo, encontramos algunos conocimientos útiles para los aficionados a los toros…

Ocurre que no siempre los lidiadores saben o pueden dar a cada toro la lidia conveniente, y cada res llega en sus especiales condiciones al trance final, en el que con los pases de muleta ha de corregir el espada todos los defectos, en muy poco tiempo, para conseguir dar la estocada lucidamente y antes de que llegue el espectador a aburrirse.

Existen dos clases de pases, que pudiéramos llamar originarios, de los que se derivan todos los demás que se dan a los toros. Son éstos el pase natural y el de pecho.
Ambos se dan con la mano izquierda, que es con la que deben hacerse todas las faenas, no apelando a la derecha sino cuando los toros están aquerenciados a las tablas o cuando se acuestan mucho del lado izquierdo.

El pase natural se da del modo siguiente: se colocará el diestro en la rectitud del toro con la muleta en la mano izquierda, el brazo extendido y completamente cuadrado el engaño hacia el terreno de afuera.
El toro, si es boyante y claro, acudirá por su terreno a la muleta y, cuando llegue a jurisdicción, cargará el torero la suerte y sacará el engaño por alto o por bajo, si hay que subir o bajar la cabeza, o completamente derecho si no hay defecto que corregir, dando un cuarto de vuelta y quedando preparado para otro pase.
Si el toro acude por el mismo terreno es de gran mérito repetir una o dos veces el mismo pase, y con tres o cuatro naturales dar una vuelta completa, lo que constituye el toreo en redondo, que muy pocas veces se ve por no ser fácil ni mucho menos.

Cuando, después del pase natural, el toro se revuelve ligero, buscando el trapo rojo hacia el terreno de dentro, debe el torero poner el brazo de la muleta hacia este mismo terreno, y con el engaño perfilado, formando un solo bulto con trapo y cuerpo, empapar al toro sobre corto y dar salida por el terreno del diestro, lo que resulta lucidísimo y se denomina “pase de pecho”.
Estos son los dos pases de los que derivan todos los demás, como antes se ha dicho.

(…) Ya se ha dicho que no deben usarse los pases con la derecha sino en los casos precisos, a pesar de lo cual son muchos los toreros que por miedo o ignorancia los ejecutan con frecuencia.

martes, 18 de diciembre de 2012

Pepe illo



Pepe Illo, a más de sus méritos como lidiador de toros puede considerarse como el tipo más acabado del hombre del pueblo de la época en que vivió.
Él es el verdadero “manolo” que respiraba españolismo por todos sus poros y en cuya manera de ser no existía la mas ligera mezcla de extranjera levadura.
Delgado, en medio de su natural rusticidad, y de su ninguna ilustración, era de agudo ingenio, de imaginación viva y no corta de alcances.
Era su habla desaseada y llena de voces imposibles y de giros extravagantes, pero dotada al mismo tiempo de singular gracejo y de abundantes chistes que espontáneos salían de su boca según la ocasión lo indicase; era rumboso y desprendido, muy dado a los actos de filantropía y con esa generosidad característica de la gente de las clases inferiores; como buen andaluz gustaba de los bailes de su tierra y punteaba la guitarra con habilidad no muy común; a fuer de dadivoso era el obligado compadre en los bautizos, el alma de las giras campestres, y el héroe en las huelgas de los barrios bajos; vestía con lujo y fue el primero que usó en los vestidos de torear ricos y abundantes adornos de oro y plata; su carácter era franco, vehemente e impresionable; estaba dotado de un cuerpo robusto y ágil, de varonil gallardía, y contaba no sólo entre la gente del pueblo sino entre muchas de elevada posición infinidad de partidarios que le tributaban no pocas ovaciones cuando sobre la candente arena del circo vencía con su destreza y singular valor a las más fieras reses de las ganaderías de Lesaca, Briceño, Segura ó Refino. 

(Manuel Chaves Rey)
  
José Delgado Guerra  Pepe Illo (o Pepe Hillo), todo un personaje, nació en Sevilla en 1754 y  murió en la Plaza de Toros de Madrid el 11 de mayo de 1801. "Barbudo" se llamaba el toro que le quitó la vida.


Y dadas las fechas,  aprovecho la ocasión para felicitar estas Fiestas a todos los que pasáis por aquí, con el deseo de que el año que viene, 2012+1, la cosa al menos no empeore, que no es poco.

lunes, 3 de diciembre de 2012

Carteles añejos. Collado Mediano, septiembre de 1954


Cartel anunciador de la Fiestas y Feria de Collado Mediano de septiembre de 1.954.

Extraído del libro "Collado Mediano, historia de una Villa", de Javier Espinosa Montalvo


El día 5, con erales de D. José Escolar, padre del actual ganadero D. José Escolar Gil, de Fuenlabrada y con  divisa  azul y rosa, hacía el paseíllo (supongo…no puedo dar fe de que así fuera porque no andaba yo en estos temas…) José Barroso, auxiliado por Pedro Rodríguez (“Pedrillo”), Eugenio Cadenas (“Cadenitas”), y Manuel Sánchez.

El día siguiente, con erales de la misma ganadería el cartel anuncia a Manolo Martín como único espada,  con la cuadrilla formada por Miguel de la Rosa, Pedro Rodríguez y Manuel Sánchez.
Buena costumbre esta de nombrar en los carteles a los subalternos que desafortunadamente hace años que ha caído en desuso.
A ver si para la próxima Feria de Collado Mediano retomamos la costumbre y podemos ver en los carteles los nombres de los de plata y los del castoreño.

Y como curiosidad aquí está José Barroso, unos cuantos años después, explicando para un público profano en la materia cómo es su oficio de banderillero y hablando de paso sobre su relación con Paquirri, a quien auxilió como fijo en su cuadrilla.