domingo, 13 de enero de 2013

La Pesadilla




Con algún esfuerzo conseguí subir hasta mi andanada y logré sentarme en el comodísimo asiento.
Menos mal que Angelito y Laura, mis nietos, me ayudaron a subir las empinadas escaleras.
Les conté que hacía muchos años, en Las Ventas cabíamos más de veintidós mil almas sentadas…pero incómodas. Ahora no llegábamos a los diez mil, pero a cambio los asientos eran muy cómodos y podías estirar las piernas a placer.
Como siempre, aún a riesgo de resultar pesado, intentaba contar a mis nietos cómo era la Fiesta que yo conocí, con la secreta esperanza de que algún día ellos la volvieran a vivir. ¡Qué iluso!

El cartel de la tarde era de los importantes de la temporada y había generado una gran expectación.
Un cartelazo con Alejandro Cargante, José María  Encinares, y Julián Rodriguez “El Rodri”, tres toreros de moda que me recordaban a  los que antaño conocimos como “los del gediez”. 
Mientras empezábamos a dar cuenta de  un enorme cubo de palomitas sintéticas y unas bebidas de color verde que extrañamente sabían a naranja, comenzó el paseíllo a los sones de una canción muy de moda cuyo nombre desconocía. Eso si, los jóvenes la coreaban perfectamente al unísono y daban palmas al compás.
Detrás de los toreros, con sus caros trajes de diseño, desfilaban los recortadores y las alegres animadoras. Ya no quedaba ni el recuerdo de los banderilleros, picadores, mulilleros, areneros…¡qué pesado eres, abuelo, eso era hace un taco de años…!

Tenía razón Angelito. Eché la mirada atrás y recordaba perfectamente como después de lo de Cataluña (entonces pertenecía a España, que a su vez era europea), y San Sebastián (que entonces todavía formaba parte del País Vasco) toda una avalancha de prohibiciones y trabas desembocó en aquel fatídico y ya muy lejano 2.016, en el que desapareció  la añorada suerte de varas, de muerte natural todo hay que decirlo. No en vano hacía ya muchos años que aquella suerte ya no se ejecutaba como mandaban los cánones.

Poco después, también recuerdo como si fuera hoy la fecha del decreto a pesar de los años que han pasado, el 19 de mayo de 2019  y ya inmersos en plena doctrina Disney, (en las películas de Disney los animales, incluido el toro Ferdinand, hablaban) se prohibió la muerte del toro en la plaza, y el tercio de muerte pasó a conocerse simplemente como “tercio de muleta”.

Y apenas un par de años antes  de nuestra ruptura con  Europa, nuestro gobierno de Bruselas prohibió el uso de las banderillas (garapullos, rehiletes, avivadores, palitroques), y tras un par de años de no saber muy bien qué hacer en ese tiempo muerto, y en vista de que los banderilleros ya no tenían sentido, la mayoría se  reconvirtió en recortadores y la coyuntura de la  Fiesta dio paso al “tercio de recortes”.

Absorto en la pesada charla que les estaba dando a las pobres criaturas, casi no reparamos en la salida del primer toro al ruedo, un bonito morlaco de capa azul celeste como los colores del patrocinador del evento, antes llamado “corrida”.
Para ser más exactos era azul celeste, bragado y meano añadí yo, aunque esta expresión le pareció muy grosera y de mal gusto a mi vecina de asiento, una joven con cara de loro y con el pelo también azul, casualmente.
A esos pitones les faltan cuatro dedos –pensé- pero eso era lo de menos, lo realmente llamativo era lo puntiagudo de su terminación, casi parecían lápices bien afilados…
La normativa actual obligaba a cortar entre tres y cinco  centímetros del pitón y afilar después hasta conseguir una terminación en astifina  punta.

Tras darse el burel unas vueltas por el ruedo, surgió del burladero de toreros (antes matadores) Alejandro Cargante, el torero (antes matador), quien con un enorme capote dio comienzo al “tercio de capotes” con una serie de “Morantinas” rematadas con una media “Juliana” de bonita factura.
Otra serie de “Manzanarinas” por el pitón izquierdo y una especie de galleo por Fandiñas pusieron el toro en suerte para la cuadrilla de recortadores,  quienes durante un buen rato dieron muestra de un amplio repertorio de saltos, recortes y quiebros hasta dejar al pobre animal exhausto, pero eso si, sin una gota de sangre a la vista por supuesto.

¡Qué bárbaros erais, abuelo!, me decía Laura ¿Y no os daba asco y pena ver al toro lleno de sangre? Es que la Fiesta era así, Laura. Sería muy largo de explicar, quizá otro día con más tiempo…

Antes de que comenzara el tercio de muleta, las animadoras saltaron al ruedo y, mientras el animal miraba embobado al burladero y parecía ajeno a las evoluciones de las jóvenes, ellas bailaban al ritmo de lo que me pareció adivinar como una versión electrónica y algo acelerada de “Amparito Roca”.

Empezó Cargante el tercio de muleta en lo que antes llamábamos la boca de riego con algo parecido a un estatuario. El toro, todo nobleza y sosería, iba y venía sin dar en ningún momento sensación de querer “echarle mano”. Ahora por la derecha, ahora por la izquierda, ahora de espaldas, de rodillas, por arriba, por abajo…La verdad es que Cargante hacía lo que quería con el obediente bicho, desatando el entusiasmo en los tendidos.
El último pase consistía en hacer entrar al bicho por donde salió, los toriles.

Una especie de molinete, un pase del desprecio y un desplante y el animal desapareció mansamente por donde había venido.
Los espectadores, enloquecidos con la vibrante faena,  fueron activando sus orejímetros y pulsando lo que les parecía justa recompensa. Yo, por indicación de mis nietos pulsé “dos orejas” que se reflejaron en el video-marcador sumando una aplastante mayoría del 78%.

Trofeos merecidos, opinaban los vecinos de tendido. Lo que no les gustaba es que yo les recordara que antes eran las orejas del toro lo que realmente se llevaban (¡que horror! ¡Qué ordinariez! ¡quee baaaarrbaroos!)

Justo cuando la guapa animadora ataviada con lo que más parecía un ancho cinturón que una corta minifalda, iba a hacer entrega de las dos orejas de cerámica de Talavera al diestro… sonó el despertador y me desperté…  asustado, casi temblando y bañado en sudor…

Ufff!! ¡qué alivio! ¿Habría sido sólo un sueño?

martes, 8 de enero de 2013

Catecismo Taurino



Sigo con la “Cultura general”.
Traigo al blog un pequeño fragmento de una curiosa publicación titulada “Catecismo Taurino. Breve Compendio de conocimientos útiles a los aficionados a toros, editado en Madrid en 1.908 y escrito por Manuel Serrano García-Vao (“Dulzuras”) escritor, periodista, y crítico taurino de ABC en los primeros años del siglo pasado (a quien sustituyó Gregorio Corrochano).

En el capítulo dedicado a “La Suerte de matar. Los pases de muleta”, como reza el subtítulo, encontramos algunos conocimientos útiles para los aficionados a los toros…

Ocurre que no siempre los lidiadores saben o pueden dar a cada toro la lidia conveniente, y cada res llega en sus especiales condiciones al trance final, en el que con los pases de muleta ha de corregir el espada todos los defectos, en muy poco tiempo, para conseguir dar la estocada lucidamente y antes de que llegue el espectador a aburrirse.

Existen dos clases de pases, que pudiéramos llamar originarios, de los que se derivan todos los demás que se dan a los toros. Son éstos el pase natural y el de pecho.
Ambos se dan con la mano izquierda, que es con la que deben hacerse todas las faenas, no apelando a la derecha sino cuando los toros están aquerenciados a las tablas o cuando se acuestan mucho del lado izquierdo.

El pase natural se da del modo siguiente: se colocará el diestro en la rectitud del toro con la muleta en la mano izquierda, el brazo extendido y completamente cuadrado el engaño hacia el terreno de afuera.
El toro, si es boyante y claro, acudirá por su terreno a la muleta y, cuando llegue a jurisdicción, cargará el torero la suerte y sacará el engaño por alto o por bajo, si hay que subir o bajar la cabeza, o completamente derecho si no hay defecto que corregir, dando un cuarto de vuelta y quedando preparado para otro pase.
Si el toro acude por el mismo terreno es de gran mérito repetir una o dos veces el mismo pase, y con tres o cuatro naturales dar una vuelta completa, lo que constituye el toreo en redondo, que muy pocas veces se ve por no ser fácil ni mucho menos.

Cuando, después del pase natural, el toro se revuelve ligero, buscando el trapo rojo hacia el terreno de dentro, debe el torero poner el brazo de la muleta hacia este mismo terreno, y con el engaño perfilado, formando un solo bulto con trapo y cuerpo, empapar al toro sobre corto y dar salida por el terreno del diestro, lo que resulta lucidísimo y se denomina “pase de pecho”.
Estos son los dos pases de los que derivan todos los demás, como antes se ha dicho.

(…) Ya se ha dicho que no deben usarse los pases con la derecha sino en los casos precisos, a pesar de lo cual son muchos los toreros que por miedo o ignorancia los ejecutan con frecuencia.

martes, 18 de diciembre de 2012

Pepe illo



Pepe Illo, a más de sus méritos como lidiador de toros puede considerarse como el tipo más acabado del hombre del pueblo de la época en que vivió.
Él es el verdadero “manolo” que respiraba españolismo por todos sus poros y en cuya manera de ser no existía la mas ligera mezcla de extranjera levadura.
Delgado, en medio de su natural rusticidad, y de su ninguna ilustración, era de agudo ingenio, de imaginación viva y no corta de alcances.
Era su habla desaseada y llena de voces imposibles y de giros extravagantes, pero dotada al mismo tiempo de singular gracejo y de abundantes chistes que espontáneos salían de su boca según la ocasión lo indicase; era rumboso y desprendido, muy dado a los actos de filantropía y con esa generosidad característica de la gente de las clases inferiores; como buen andaluz gustaba de los bailes de su tierra y punteaba la guitarra con habilidad no muy común; a fuer de dadivoso era el obligado compadre en los bautizos, el alma de las giras campestres, y el héroe en las huelgas de los barrios bajos; vestía con lujo y fue el primero que usó en los vestidos de torear ricos y abundantes adornos de oro y plata; su carácter era franco, vehemente e impresionable; estaba dotado de un cuerpo robusto y ágil, de varonil gallardía, y contaba no sólo entre la gente del pueblo sino entre muchas de elevada posición infinidad de partidarios que le tributaban no pocas ovaciones cuando sobre la candente arena del circo vencía con su destreza y singular valor a las más fieras reses de las ganaderías de Lesaca, Briceño, Segura ó Refino. 

(Manuel Chaves Rey)
  
José Delgado Guerra  Pepe Illo (o Pepe Hillo), todo un personaje, nació en Sevilla en 1754 y  murió en la Plaza de Toros de Madrid el 11 de mayo de 1801. "Barbudo" se llamaba el toro que le quitó la vida.


Y dadas las fechas,  aprovecho la ocasión para felicitar estas Fiestas a todos los que pasáis por aquí, con el deseo de que el año que viene, 2012+1, la cosa al menos no empeore, que no es poco.

lunes, 3 de diciembre de 2012

Carteles añejos. Collado Mediano, septiembre de 1954


Cartel anunciador de la Fiestas y Feria de Collado Mediano de septiembre de 1.954.

Extraído del libro "Collado Mediano, historia de una Villa", de Javier Espinosa Montalvo


El día 5, con erales de D. José Escolar, padre del actual ganadero D. José Escolar Gil, de Fuenlabrada y con  divisa  azul y rosa, hacía el paseíllo (supongo…no puedo dar fe de que así fuera porque no andaba yo en estos temas…) José Barroso, auxiliado por Pedro Rodríguez (“Pedrillo”), Eugenio Cadenas (“Cadenitas”), y Manuel Sánchez.

El día siguiente, con erales de la misma ganadería el cartel anuncia a Manolo Martín como único espada,  con la cuadrilla formada por Miguel de la Rosa, Pedro Rodríguez y Manuel Sánchez.
Buena costumbre esta de nombrar en los carteles a los subalternos que desafortunadamente hace años que ha caído en desuso.
A ver si para la próxima Feria de Collado Mediano retomamos la costumbre y podemos ver en los carteles los nombres de los de plata y los del castoreño.

Y como curiosidad aquí está José Barroso, unos cuantos años después, explicando para un público profano en la materia cómo es su oficio de banderillero y hablando de paso sobre su relación con Paquirri, a quien auxilió como fijo en su cuadrilla.




lunes, 19 de noviembre de 2012

José y Juan / Juan y José

Joselito  por Ángel Roncero


La eterna discusión...

Del libro “la lidia y el toreo”, de Antonio Petit Caro

"Hace unos años, charlando con Marcial Lalanda le preguntaba, siguiendo su famoso pasodoble, si el había sido, realmente, el torero más grande.
La respuesta, inmediata e inequívoca, fue tajante: “No, el más grande, no lo dude, ha sido Joselito.  Días después preguntaba a Antonio Márquez la disyuntiva de si Joselito o Belmonte. “Para mi, Belmonte –fueron sus palabras-. Joselito era un fuera de serie, en conocimientos y en estar bien todas las tardes. Pero Belmonte era la renovación, la penicilina de la Fiesta, el “Fleming” del toreo”.
Don José Flores Camará, contemporáneo de los dos grandes, ante la misma pregunta, contestaba en estos términos: “Para mi, Joselito. Eran dos toreros que tenían la misma fuerza. Pero lo cierto es que la responsabilidad recaía sobre Joselito.” ¿A qué carta nos quedamos?

Pero es que si recurrimos al testimonio de los propios protagonistas, volveremos a llegar de nuevo a una situación similar. Y así, como recuerda Luis Bollaín,  Juan Belmonte opinaba en estos términos sobre José: “De mi toreo si pueden tener una idea aproximada los jóvenes; porque en la línea mía -mejor o peor- han toreado o torean muchos toreros. Pero de Joselito…No es posible imaginarse a Joselito. Ni es posible imaginar cómo eran los toros a los que Joselito dominó”.

El 21 de junio de 1917 torearon los dos colosos –en unión de Gaona- en Madrid la célebre corrida del Montepío de Toreros.
El ganado pertenecía a la divisa de Concha y Sierra. En el sexto de la tarde cuajó El Pasmo de Triana una de sus más monumentales faenas. Pues bien, mientras pasaba de muleta a ese toro –según narra Juan M. Lara- un banderillero de Joselito le comentó a éste: “Que suerte ha tenido Juan con ese toro”. La respuesta no se hizo esperar: “La suerte es la del toro, que lo está toreando el mejor de los que han nacido”. Los testimonios de uno y de otro que podríamos traer a estas páginas son incontables…

¿A qué carta, en fin, nos quedamos? Pues aunque al lector profano en taurinismo le pueda parecer un tanto ecléctica, la postura más certera que puede adoptarse es la de fundir en un todo único –Joselito/Belmonte, como en la célebre anécdota en casa de Miura- las figuras inigualadas de José y Juan, de Juan y José; o si se prefiere, cabría señalar, siguiendo al académico Cossío, que “así como se escribieron paralelos de héroes y grandes hombres de la antigüedad, pudieran escribirse unas vidas paralelas de Joselito y Belmonte, que llenan la época más gloriosa, a la que se me alcanza, del toreo.”

Son, en definitiva, dos genios del toreo, dos toreros irrepetibles, y mucho dudo que en el futuro puedan ser superados. Dos estilos, en fin, diferentes pero igualmente importantes.
José aportó a la Fiesta unos valores determinados; Juan otros. Entre los dos, mano a mano, escribieron las páginas más gloriosas de la historia de la Tauromaquia. ¿Uno por delante de otro? No, no puede establecerse esa diferenciación. Mejor hablar, como decíamos antes, de vidas paralelas, que caminan unidas hasta el infinito, la una necesitada de la otra, pero sin confundirse nunca. ¿Sin un vencedor ni un vencido? Pues si, así ocurrió.

 Todo lo demás, podría admitirse la matización que tanto repitiera –cargada de ese sentido tan trágico que siempre imprimió a lo suyo- Juan Belmonte cuando al correr de los años confesaba: “Luchamos mucho. Sostuvimos una larga competencia, con fuerzas equilibradas, en las plazas de toros. Pero donde Joselito me ganó la partida fue…en Talavera"

lunes, 29 de octubre de 2012

El pase del libro. Antoñete



Aprovechando el aniversario de la muerte del Maestro Chenel, releo el libro de Javier Manzano “Antoñete, La Tauromaquia de la movida” de la editorial Reino de Cordelia.
De cada nueva lectura se saca algo interesante que a veces haya podido pasar más desapercibido en una primera lectura.
Habla Antoñete del “pase del libro”…

El pase del libro es un lance que encaja en este apartado de pases de adorno, aunque no por ello significa necesariamente, al igual que los anteriores, que se ejecute con la finalización de la faena que es donde se suelen realizar los ya descritos.
Este pase del libro es de mi propia cosecha, aunque no lo popularicé ni lo practiqué profusamente, en gran medida porque quizá apenas encontré toros que lo merecieran.

Hubo uno sobre todo que lo pidió a gritos y que fue ante el que lo ejecuté o ante el que me brotó con absoluta entrega y naturalidad poseído como estaba por la grandiosidad del toreo, ebrio a más no poder del arte que aquel guapo torito blanco me reclamaba con cada mirada, me extraía en cada galopada, me brindaba en todos y cada uno de los segundos eternos que duró aquella faena que me enseñó como nadie y como nada en la vida lo que es el éxtasis.

Atrevido se llamó y frente a él, sin premeditación ni mucho menos alevosía, ejecuté o mejor dicho cincelé, que suena artista y no castrense, este pase del libro que de bien chico diseñé y pulí a hurtadillas en el ruedo de Las Ventas, que era el patio de mi casa, mientras bebía los litros de tauromaquia y torería que allí destilaban en sus entrenamientos matadores de postín y otros que soñaban con serlo.
Todos ellos ejecutaban de salón sus suertes y las suertes, y empapadísimo de aquello busqué, casi por eliminación, un lance personal e intransferible que ensayé y perfeccioné, por mi timidez, lejos de sus miradas y sus comentarios y críticas.
Lo probé en mis comienzos por los alberos del anonimato, y creo recordar que lo mostré en algún festejo sin que trascendiera más allá del círculo de los muy muy  aficionados o los muy muy partidarios. En los dobladillos de mi esportón lo guardé para únicamente sacarlo en ocasiones excepcionales como aquella tarde del toro blanco de Osborne.

Esa tarde lo realicé como creo, ahora, que debería realizarse: en mitad de la faena de muleta, en los medios de una serie y no en sus remates.
Había dejado al toro en su distancia, en la distancia, y me dispuse por naturales cuando observando su mirada vi que pedía y me retaba a algo diferente, personal e intransferible, artístico y eterno por más fugaz que fuese a ser.
Con la muleta en la izquierda frente a mi, sujetada por el estoque que sostenía en mi mano derecha, llamé al toro adelantando suavemente aquella proa de roja franela que asemejaba al lomo de un libro cuyas tapas fuesen, precisamente, la muleta y el estoque.
Cuando se arrancó noble y brioso aguanté hasta casi el momento del embroque para en ese instante desplazar hacia atrás suavemente la mano derecha y suavemente abrir la izquierda al natural llevando prendida en ella la noble e interminable embestida.
Dicho de otra forma, soltar muy despacio la tapa del libro que sujetaba la mano derecha mientras la izquierda lo despliega muy despacio abriéndolo casi hoja a hoja frente a la embestida del toro que cual ávido lector persigue afanoso el suave revuelo del abanico de páginas.
El pase del libro.




martes, 16 de octubre de 2012

Yo pecador...



Confieso que sólo pretendo…

Que se trate  al toro, como protagonista indiscutible que es de la Tauromaquia, con el debido y merecido respeto.
Que nunca salte a ningún ruedo un animal con sus defensas mutiladas. Que se persiga y se castigue de una vez por todas a quien por acción o por omisión  viole y despunte los pitones de un toro para lidia a pie, sea ganadero,  mayoral, apoderado, empresario, torero o violinista.

Un toro encastado, con el trapío exigible en cada plaza, pero con casta. Independientemente de que luego resulte mayor o menor su bravura, que eso ya sería mucho pretender…

Que la lidia del toro en la plaza se ajuste a las normas y costumbres, y se desarrolle con orden y concierto.

Que la suerte de varas, argumento del primer tercio de la lidia, se ejecute de verdad, no simuladamente.
“Citar después, un tanto terciado el caballo, que adelantaba exponiéndolo a los pechos. Cuando se arrancaba el toro, Sixto Vázquez se inclinaba adelante, se dejaba caer lateral, la vara en ristre, y adelantándola a la extensión natural del brazo, recibía la embestida hundiendo la puya en el morrillo. Pero, al tiempo volvía el cuello del caballo para librarlo del hachazo y con ese leve giro, mas la fuerza de su brazo, empujaba al toro hacia fuera de la suerte y prácticamente lo dejaba en los vuelos del capote que el matador presentaba para el quite” (Joaquín Vidal, sobre Sixto Vázquez, picador mexicano).
Ni más ni menos pretendo.

Que el tercio de banderillas deje de ser un mero trámite que da paso a la faena de muleta y permita ver las distintas y variadas  formas de ejecutar la suerte, sea al cuarteo, al sesgo, a topa carnero, al recorte o incluso al violín. Todo ello sin necesidad de aderezar la suerte con correrías  innecesarias, aspavientos y solicitud ostentosa de aprobación por el respetable.

Que el tercio de muerte o de muleta  no se alargue innecesariamente a base de dar pases y más pases carentes de sentido y emoción. Que cuando la condición del toro lo haga posible se muestre el amplio y variado repertorio y las distintas formas de emplear el engaño, aunque sólo sea por su valor didáctico.
Que se valore en su justa medida al diestro que carga la suerte adelantando la pierna contraria. Al que cita la embestida en la rectitud del toro trazando esa imaginaria línea que une el medio pecho del torero con  la penca pasando por la testuz de la res. Al que encadena con ligazón las series rematando el viaje muy atrás, donde se pierde la cadera.

Y que se castigue, figuradamente, al que sin justificación cita con ventajas, al hilo del pitón cuando no fuera de cacho, al que retrasa la pierna escondiendo además su valor,  al que descarga la suerte, al que trata de engañar al respetable utilizando todas estos trucos y algunas otras ventajas más, y que en no pocas ocasiones, desgraciadamente, sirven para encumbrar el destoreo.
  
Tan solo esto y poco más es lo que pretendo, y en su búsqueda confieso haber asistido como penitencia a una buena cantidad de espectáculos, en los que poco o nada de lo pretendido he encontrado.

Y como sé que lo que pido es poco y estoy dispuesto a perseverar en el empeño, espero y acepto la penitencia que me sea impuesta.

Amén


sábado, 29 de septiembre de 2012

Premios Feria de Collado Mediano 2012


(Nota de prensa del Ayuntamiento y la Comisión de Fiestas de Collado Mediano)


El Jurado constituido expresamente para valorar las diferentes actuaciones de la Feria Taurina de Collado Mediano 2012, ha dictaminado que los premios de la Feria recaigan en : 

Novillero Triunfador: Román Collado



Por completar la mejor actuación de la Feria y ser el novillero que más trofeos cortó. Valiente en su primero al que cortó una oreja, en el quinto de la tarde bordó una extraordinaria faena a un gran novillo de José Vázquez, destacando su toreo con la mano izquierda, poniendo la muleta en el hocico del novillo, toreando muy en largo, arrastrando la muleta por el albero con mucho temple sin enganchones, y rematando los muletazos en la cadera, siempre cogiendo la muleta por el centro del estaquillador. Refrendó esta gran faena al segundo de su lote con una buena estocada y un certero descabello.


 Premio a la mejor ganadería: D. José Escolar Gil


Por la casta con la que se emplearon sus novillos el Sábado 24 de Agosto, propiciando una enorme atención entre los espectadores debido a la emoción que despertaban los “Escolares” sobre el ruedo, sirviendo a su vez en conjunto la mayoría de sus utreros para que los novilleros desplegaran un buen toreo.


Mejor Novillo: "Entusiasto", nº 112 de la ganadería de D. José Vázquez


Nacido en Febrero de 2009, se le premia por su extraordinaria bravura, movilidad, armonía, clase y nobleza, demostrada durante toda su lidia el Domingo 25 de Agosto de 2012, en una novillada donde “hizo el avión” de manera sensacional durante la faena de muleta. Fue lidiado en 5º lugar por el novillero Román Collado.


Premio a la mejor faena artística: Fernando Adrián


Por su estética faena al cuarto novillo de la tarde del Domingo 25 de Agosto, perteneciente a la ganadería de José Vázquez, al que templó, mandó y remató con una gran estocada.


Premio al mejor picador: Felipe López


Perteneciente a la cuadrilla de Fernando Adrián, ejecutó un gran puyazo a un novillo de José Vázquez que apretó fuerte en el caballo y que fue lidiado en 4º lugar en la novillada celebrada el Domingo 25 de Agosto de 2012.


Premio al mejor subalterno: José Otero

  
Perteneciente a la cuadrilla de Emilio Huertas, se le premia por sus magníficos pares de banderillas al novillo de José Escolar lidiado en 5º lugar el 25 de Agosto de 2012, teniendo que desmonterarse y saludar al público. Este premio lo obtiene por 2º año consecutivo.


Premio al mejor novillero sin caballos: Ángel Sánchez.




Perteneciente a la Escuela Taurina de Colmenar Viejo. Se le premia por su toreo de gran pureza y verdad, quedándose muy quieto y tirándose a matar siempre arriba y con mucha rectitud en la novillada sin caballos celebrada el Viernes 24 de Agosto, festejo perteneciente al Certamen “Camino hacia Las Ventas” y al circuito “Camino hacia el toreo”, cuyo correspondientes Jurados también otorgaron la mejor puntuación a este novillero.


Premio a la mejor ganadería sin caballos: Excmo. Sr. Conde de Mayalde


Por su gran presentación y juego, la cual  fue lidiada el Viernes 24 de Agosto de 2012.  Novillada muy pareja, siendo sus novillos fuertes, hondos, y con unas buenas hechuras que propiciaron su magnífica embestida. Siendo una magnífica novillada en su conjunto, sobresalieron los novillos lidiados en tercer y quinto lugar, este último premiado con la vuelta al ruedo. 


Premio al fomento de la Fiesta: Encierros infantiles "Los Segovianos" 


Por el enorme atractivo que despiertan entre los más jóvenes y menos jóvenes que acuden a su espectáculo, logrando reunir cada año a más participantes, que disfrutan de grandes momentos de diversión frente a los toros carretones que proyectan agua por sus astas.


Mención Especial: Amor Rodriguez

  
 Por su gran actuación en la novillada sin caballos celebrada el Viernes 24 de Agosto, siendo variado con el capote, toreando con gran profundidad,  y siendo muy eficaz con la espada en los dos novillos de su lote. 


Mención Especial: Ganadería "Torrenueva"



Por la buena presentación, bravura y nobleza desarrollada por sus erales lidiados en la novillada sin caballos celebrado el Jueves 23 de Agosto.


Nota negativa de la Feria: Julio Aparicio (Apoderado de Emilio Huertas)

  
Por su falta de respeto al público, a los mulilleros, al Palco Presidencial, a los Agentes de la Autoridad y en definitiva al pueblo de Collado Mediano. Por dar golpes en las tablas y gritar la petición de orejas a su torero, intentar influir en el trabajo de los mulilleros para retrasar el arrastre de los novillos de su torero, insultar gravemente y desafiar al Presidente, desobedecer a los Agentes de la Autoridad, enviar a un mensajero al Palco Presidencial que accedió sin autorización e intentó interrumpir la labor del Presidente mientras toreaba Mario Alcalde, y protagonizar también un hecho desagradable en un bar del municipio, ya que se fue sin abonar la bebida y comida que consumió en la “Cervecería Pedro”.




jueves, 20 de septiembre de 2012

Collado Mediano 2012. Imágenes



Aunque ya casi ha pasado un mes, más vale tarde…
Aquí van algunas imágenes de las novilladas de los días 25 y 26 de agosto en la Feria de Collado Mediano.





lunes, 10 de septiembre de 2012

Encierros infantiles.



En Collado Mediano, como en muchas otras localidades de España, se celebran “Encierros infantiles”, que no son otra cosa que carreras lúdicas en las que los chavales corren delante de carretones, entre risas, gritos, nervios y  emoción.

Para algunos, los de siempre, esto resulta ser un espectáculo indignante con el que se adoctrina  y se pervierte a la chavalería, convertida según ellos en una especie de juventud hitleriana a la que se prepara para dar el paso y convertir en crueles aficionados.

Cuelgo estos videos de los “Encierros” que se corrieron en Collado Mediano en sus Fiestas Patronales, especialmente dedicados a mis amigos antitaurinos. Algún enemigo también habrá de los que me envían  cariñosos correos electrónicos o dejan simpáticos comentarios en Youtube.

Aunque la calidad del video no es buena, sólo os pido una cosa, mirad las caras de los chavales (y de los padres), lo que disfrutan y se divierten, y luego ya si os parece oportuno nos acusáis de adoctrinamiento perverso.